"Si la encontrase, ¿qué le diría? ¿Cómo me presento a una mujer de 33 años y le digo que soy su madre, que todo lo que ha vivido es una mentira? Claro que me gustaría saber si de verdad me la robaron, pero me aterra pensar que ahora le podría destrozar la vida”. Estas son las palabras de María, jerezana de cincuenta y pocos años, quien podría ser una de las madres a las que supuestamente les robaron a su bebé al dar a luz en el Hospital de Jerez.
“Yo era joven, tenía 19 años, me dijeron que mi hija venía mal, que sufría malformaciones. No la llegué a ver, se la llevaron y me dijeron que era preferible que no me la enseñasen porque podría ser muy traumático”. El testimonio de María coincide con un patrón que se ha repetido más de seiscientas veces en la provincia durante la década de los 50 hasta finales de los 80, principios de los 90; mujeres jóvenes, en su mayoría primerizas, de familias trabajadoras, a las que presuntamente les robaron a sus hijos nada más nacer para dárselos a familias más acomodadas.
María prefirió no buscar porque “cada una lleva la lucha como puede y quiere”, con el tiempo la herida parece sanar, pero deja una cicatriz para toda la vida. “Años después tuve tres hijos más, todos sanos, y mi historial médico de aquel primer embarazo nunca llegó a aparecer”.
Para todas resulta doloroso hablar de un tema que durante muchos años la sociedad pareció mirar a otro lado. Sin embargo, para Luisa Fernanda Terrazas, presidenta de la asociación S.O.S Bebés Robados Jerez, ni la pandemia ni la edad han podido frenar su búsqueda. “Seguiré hasta el final de mis días”. Luisa tenía menos de 21 años cuando se casó, se quedó embarazada de su primer hijo y dio a luz sin ningún tipo de complicaciones. Durante la cuarentena se volvió a quedar embarazada, esta vez de mellizos. “A los cinco meses de embarazo, mi médico me dijo que me tenía que hacer una radiografía, un procedimiento nada recomendable ya que puede dañar al feto. Me insistió en que en el momento que diera a luz lo llamase”, los hijos de Luisa nacieron un 24 de febrero de 1972 en el antiguo hospital de Jerez, ella tampoco pudo verlos. “Nada más llegar al hospital me metieron a paritorio, sin dar el libro de admisión ni nada. Me resultó extraño porque del primero fue todo diferente. Me anestesiaron y me dejaron dormida, y cuando desperté ya no estaban los mellizos. Me dijeron que estaban en la incubadora y que venían con muchos problemas de salud”. Luisa y su marido pudieron ver a sus hijos a través de los cristales, pero nunca se los pudieron llevar a casa. “Al cabo de los días nos dijeron que la niña había muerto, días más tarde cuando íbamos a ir a por el niño, nos dijeron que él también había fallecido. Ni las cunas habían dejado”, Luisa no tiene ninguna duda de que a ellos les robaron a sus hijos. María Soledad y Miguel Ángel, que así le hubiera gustado a Luisa que se llamaran sus hijos, fueron supuestamente bautizados en una iglesia de Jerez con los nombres de María y Jesús, o al menos eso le aseguró una monja, “les pusieron los nombres que les dieron la gana. Pero eso es mentira, mis hijos nunca fueron bautizados en Jerez”. Durante los primeros años, Luisa y su marido iban rigurosamente cada día a llevarles flores a sus hijos al cementerio, hasta que se dieron cuenta de que allí no había nada. “Desde el primer momento surgen las incongruencias, llegaron a falsificar hasta la firma de mi marido en los certificados, y en los documentos de defunción de mis hijos hay hasta seis versiones diferentes; neumonía, colitis, dispepsia…”.
Luisa y su marido, junto a las otras familias que pasaron por lo mismo, han removido cielo y tierra para encontrar a sus hijos. Ahora piden que estos casos no prescriban, aunque “a nosotros no nos ha ayudado nadie, yo no he perdido a mis hijos en una esquina, a mí me los han robado en un hospital público, incluso hemos llevado la causa hasta al Parlamento Europeo y nada”, en la justicia han perdido la fe, pero la esperanza de encontrar a sus hijos continúa. “Los abrazaría, les enseñaría todas las pruebas que tengo y les diría que llevo toda la vida buscándolos y que para mí no ha sido tiempo perdido”.
Magdalena Huertas también es una de esas madres coraje que no ha desistido en su búsqueda y a día de hoy continúa en ella. “Es una trama que estuvo perfectamente orquestada, por eso es tan difícil llegar al final. Tampoco creo que a las familias a las que les fueron entregados los bebés supieran la realidad. La única forma de encontrar a estos niños robados es que las familias les contasen que son adoptados y que hay posibilidades de que fueran niños robados, pero solían ser padres y madres más mayores que no podían tener hijos, por lo que muchos habrán fallecido ya ”. Y es que tal y como cuenta Magadalena, a día de hoy no hay ninguna familia de Jerez que tras tantos años de busqueda haya dado con el paradero sus hijos. “Nosotros no seríamos ricos, pero amor nunca le hubiera faltado. Solo me queda pensar que mi hija allá donde esté es una mujer feliz a la que cuidaron como yo lo hubiera hecho”.
La búsqueda
Desde la entidad jerezana recomiendan que si se tiene la sospecha de ser uno de los bebés robados, o padres que hayan perdido a sus bebés en circunstancias bajo las que encuentran cualquier tipo de irregularidades, se pongan en contacto con la asociación de la provincia en la que vivan y con la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones (Anadir). Si son hijos, recomiendan contactar con amigos o familiares que pudieran contar si sus madres estuvieron embarazadas o hubo algo raro en torno a la fecha del nacimiento. Comprobar la partida de nacimiento y el acta de alumbramiento, serían dos de los pasos a seguir. Pero sin duda, la parte fundamental sería acudir al hospital en el que supuestamente nacieron y pedir el historial clínico, y si existe la posibilidad contactar con el médico y matrona. Y por último, aconsejan pedir asesoramiento legal.