Que el virus no perdona ni raza, ni clase social, ni religión, ni ideología es evidente. Distingue algo en la edad, en general. Murió el ayamontino Juan del Río, obispo castrense, que fue antes de Jerez. También el “bon vivant” marqués de Griñón. Lo mismo que el que mejor hablaba “en jerezano” y fue vizconde de Almocadén, Domecq Zurita. El virus se llevó por delante a un periodista grande, José María Calleja, al polifacético Luis Eduardo Aute y a la mítica belleza de Lucía Bosé. Murieron “Billy el niño” y Enrique Múgica, el Pocero y Carlos Martín. Todos seres humanos con sus virtudes y defectos. Murieron otras 90.000 personas, desconocidas, sufriendo, entubadas, tratados con profesionalidad y entrega descomunales por los sanitarios españoles, que se merecen el mayor reconocimiento por parte de población y de las instituciones. Algunos miles de ellos están recibiendo, a cambio de tanto esfuerzo, el despido, el fin de contrato y el camino de la emigración económica. La pandemia ha sido terrible hasta la llegada y la expansión de las vacunas. Unas vacunas, logradas en tiempo récord, están haciendo el proceso pandémico menos mortífero pero interminable, lo que está afectando psicológicamente a muchas personas.
Pablo Casado ha dado positivo en la enfermedad que nos ocupa. Afortunadamente ha confesado: “No tengo síntomas y seguiré el procedimiento establecido trabajando aislado esta semana”. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez le ha deseado un pronto restablecimiento. El positivo de Casado demuestra la democratización de la enfermedad, no es, evidentemente, nada excepcional. Boris Johnson la sufrió gravemente, Fabián Picardo con levedad, como, Carmen Calvo, Cospedal, Trump, Díaz Ayuso o Macron. También Irene Montero, Santiago Abascal y Quim Torra. Valéry Giscard d’Estaing murió por el maldito virus. Lopez Obrador y Bolsonaro -Mexico y Brasil- que despreciaron la enfermedad, la padecieron.
Lo excepcionalmente novedoso es la unión de las palabras positivo y Casado. Cansados de oír a Casado oponerse a todo -lo último ha sido a la reforma laboral pactada entre la CEOE y CEPYME y CCOO y UGT- el positivo no tendría que haberse producido nunca. Casado comienza el año como lo terminó, con la negativa cerrada al cumplimiento de la Constitución con la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Tres años de golpes de pecho constitucionales y tres años de su incumplimiento flagrante. El año nuevo no cambiará tanta negatividad.