Desde el amor que le profeso a las hermandades y cofradías de nuestra ciudad y con ese espíritu constructivo que –creo- me caracteriza, me dispongo a emprender tres capítulos de balance sobre la Semana Santa que acabamos de terminar.
Hoy por ser el primero, abordaré los aspectos más relacionados con el tan ansiado reencuentro, la vuelta definitiva a la normalidad. Si hay algo realmente positivo en la Semana Santa de 2022, es la sensación de haber vencido al covid-19. Eso sí, con respeto y con los pies en el suelo, pues en momentos determinados de aglomeraciones, las mascarillas acompañaron de manera general. Pero una vez que se abrieron las puertas de San José, fue como si hubiésemos obviado los años 2020 y 2021, pues el ambiente estético homogenizó también el ambiente y los sentimientos del alma.
Como positivo he de destacar el gran avance patrimonial del noventa por ciento de las hermandades, donde cofradías humildes, sin más recursos que el esfuerzo de sus dirigentes y hermanos, nos permitieron disfrutar de un majestuoso paso e imaginería menor de la hermandad del Despojado; importantes salpicados de pan de oro en los pasos de Jesús de las Penas, Sagrada Cena, Ecce-Homo o Huerto; la uniformidad y casi conclusión del paso de columna; el nuevo romano de Sentencia; la vestimenta del misterio del Descendimiento; nuevas bambalinas de Soledad de Vera+Cruz o la restauración del paso del Resucitado.
En el apartado de las calles, es digno de resaltar -aunque sigue en proceso embrionario-, el buen aspecto que presenta la primera parte de la carrera oficial, especialmente la calle Nueva con sus vallas debidamente colocadas, con buena presencia de público en las sillas y con un buen control de acceso desde las calles colindantes.
Otra de las estampas que hemos ganado con la nueva carrera oficial es la entrada de ciertas hermandades por la Avenida 4 de diciembre, donde la arboleda, la amplitud del terreno y el buen ambiente de bares de la zona, dotaban al escenario de un colorido excelente que invita a ver cofradías.
Como positivo es también digno de acentuar el apartado musical donde bandas como Maestro Tejera, Julián Cerdán, el Carmen de Villalba del Alcor, Rosario de Cádiz, Linares o Trebujena, hicieron las delicias de un público selecto y amante de la buena música cofrade. Y si buena fue la música, creo que más acertado fueron los repertorios musicales, especialmente los de bandas de palio: Una delicia para los sentidos fue escuchar en determinadas calles marchas como Triana (José Félix García), Sanidad (García Pulido), Saeta Gaditana (Cristóbal López Gándara) o la siempre bien recibida Ecce-Homo (Eduardo Escobar).
Termino este primer balance con un aplauso para las saetas que parece que vuelven a resurgir de sus cenizas. Cádiz es una ciudad flamenca y gitana por excelencia y como tal, debe defender la grandeza de sus raíces. Y si en el año 2019 notamos cierto descenso en el número de oraciones cantadas, este año han proliferado de manera considerable en la voz de artistas de primera categoría como David Palomar, Carmen Olmedo o Carmen de la Jara entre otros.
Hasta aquí mi primer balance sobre la Semana Santa, les adelanto que no seré tan benévolo en el de la próxima semana, pues los aspectos de horarios, el comportamiento del público o el submundo de la carga, son aspectos que ya deberían estar superados en una Semana Santa que aspira a adquirir el carácter de interés turístico nacional.