Ahora que el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha inaugurado una nueva práctica política, la de tatuarse el resultado electoral cosechado, y encima difundir mediáticamente y por redes sociales el mensaje elegido para pintar su piel, me brotan decenas de ideas para inmortalizar en la corteza corporal. No para mí, que no tengo ningún tatuaje porque nunca tuve un interés especial, pero sí para los hombres y mujeres con la misma determinación del presidente de grabar mensajes en su epidermis.
A la ministra de Trabajo y al consejero andaluz de empleo pintaría bien grande las cifras del paro que azotan a nuestra comunidad para que no se les olvide; a los líderes de la patronal el número ingente de trabajadores pobres andaluces que no llegan a fin de mes; a los inspectores de Trabajo la cifra insoportable de trabajadores fallecidos en el tajo; a los sindicatos la brecha salarial que sufren las mujeres; a los 17.000 andaluces más ricos que ya no tienen que pagar el Impuesto de Patrimonio los 2 millones de paisanos –de ellos, 440.000 menores- pobres o pobres extremos; a los alcaldes de capitales de provincia que acaparan inversiones y proyectos alguno de los nombres de los 25 pueblos andaluces que están entre los de menor renta de toda España, y a los rectores de las universidades públicas andaluzas el escaso porcentaje de inserción laboral de algunos grados.
También propondría a la consejera de Asuntos Sociales que se tatúe las personas pendientes de recibir la ayuda de la dependencia; a los dirigentes de Vox las cifras de mujeres asesinadas víctimas de la violencia de género que niegan; a los narcotraficantes la de jóvenes que arruinan sus vidas con la droga que ellos introducen ilegalmente en nuestra sociedad, y, en clave política, a todos los partidos les tatuaría las palabras respeto, diálogo, empatía, tolerancia y pacto para acabar con la insoportable polarización política, social y mediática que se ha apoderado de este país.
Dicho esto, espero que no me hagan mucho caso las personalidades señaladas porque no me han pedido consejo, y tampoco creo que yo esté en disposición de dar recomendaciones que para mí no tengo porque ni me tatué de lo que estoy más orgulloso, de mis hijas -aunque puedo estar cerca de hacerlo-, ni de mis asignaturas o sueños pendientes. Para eso necesito armarme del arrojo mostrado por el presidente para cumplir una promesa de su campaña electoral. Ojalá sea la primera de muchas..
