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Punta Umbría

Danza Invisible salda "una cuenta pendiente" con 'Tía Lucía'

Siete años después de su último álbum de estudio, Danza Invisible "salda una cuenta pendiente" con "Tía Lucía", un compendio de doce versiones en las que el grupo malagueño reinterpreta clásicos de Michael Jackson, Roy Orbison, Smokey Robinson o The Smithereens.

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  • El vocalista de Danza Invisible, Javier Ojeda. -
Siete años después de su último álbum de estudio, Danza Invisible "salda una cuenta pendiente" con "Tía Lucía", un compendio de doce versiones en las que el grupo malagueño reinterpreta clásicos de Michael Jackson, Roy Orbison, Smokey Robinson o The Smithereens.

"Hacía muchos años que teníamos la idea de sacar un disco de versiones, y como el material nuevo no nos convencía pensamos que había llegado el momento", explica el cantante Javier Ojeda en una entrevista con Efe.


Corrían los últimos años de la década de los noventa cuando Danza Invisible se planteó ejecutar su primer disco de canciones ajenas, pero el proyecto se descartó por "un exceso de democracia", según aclara Ojeda.

"Planteamos nuestras canciones favoritas y luego cada una era de su padre y de su madre; no tenían ningún tipo de dirección", detalla el vocalista sobre los motivos que provocaron el abandono de aquella primera tentativa.

Transcurridos doce años, Danza Invisible ha dado con el leitmotiv unificador en "Tía Lucia", trabajo autoeditado que propone un viaje a "la radio de los años ochenta y el Torremolinos 'kitsch' de aquélla época".

"Era el Torremolinos que vivimos de pequeños, el que ya no existe y que mezclaba a los guiris con los camellos, a los rockers con los mods y los hippies, a la música de discoteca con los cantautores_", recuerda Ojeda.

En tan curioso paisaje dio sus primeros pasos Danza Invisible, que a principios de los ochenta acudía tras los ensayos a la pizzería que da nombre al disco. "En realidad no sabemos cómo se llamaba; le decíamos la pizzería de Mónica, y así se iba a llamar el disco, pero al final lo de 'Tía Lucía' daba más juego", confiesa el vocalista.

"Era un sitio muy pequeño en el que se vendía cerveza y porciones de pizza, un garito muy cutre con un bafle distorsionado en el que sonaban estas canciones que hemos escogido para el disco", añade Ojeda.

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