Jerez era una fiesta. Vale parafrasear el título de la novela de Hemingway porque es el que mejor se amolda a lo que se vivió este sábado en la Plaza Belén y el que mejor responde al espíritu de un evento eminentemente popular a partir del recuerdo de una figura que pertenece al pueblo, que la ha hecho suya, la rememora y la celebra, como hizo con motivo del centenario de su nacimiento.
Lola Flores, eterna en su cien cumpleaños, emblema desde este sábado de su ciudad natal, que ha sabido hacer bandera y marca de La Faraona, y pretende aprovecharlo a lo largo de este “Año de Lola”, que vivirá en primavera su momento más álgido con la esperada apertura de su Centro de Interpretación -de siempre y en adelante, el “Museo de Lola Flores”-, pero que asomará desde ya por cada esquina, ya sea Semana Santa, Feria, Mundial de Motos, Fiestas de la Vendimia o Zambombas. Lola Flores como marca, santo y seña, y también como atractivo turístico a través de las tres rutas concebidas en su honor.
La expectación en torno a lo vivido en la mañana de este sábado en Plaza Belén no solo se hacía patente por el público congregado en las gradas de su anfiteatro, sino por la notable presencia de medios de comunicación de todo el país, que ayer situaron a Jerez en los titulares de sus informativos sin necesidad de que mediara un suceso.
Lola y solo Lola. Y en torno a ella, el recuerdo de sus coplas, en la voz de la jovencísima Lucía Aliaño -12 años y un talento innegable-, el cuadro presentado por la Fundación Alalá, y, como colofón Fernando Soto y Macarena de Jerez, en cuya trayectoria profesional pesan sendos espectáculos dedicados a la memoria de Lola Flores.
Bajo un ambiente primaveral, la cita también recordó a la inmortal artista rindiendo homenaje a su apellido, Flores. No faltaron. Primero para ir configurando poco a poco una instalación artística formada por 5.500 claveles rojos -“en recuerdo al temperamento y la pasión de Lola Flores”-, y de otros elementos que simulaban los flecos de un mantón de los muchos que lució La Faraona -montaje a cargo cargo de la firma Florenea-.
Claveles que al finalizar el acto se repartió entre el numeroso público congregado en la plaza, y entre los que también se repartieron -había cola para conseguirlas- unas macetas de gitanillas de recuerdo, “con el objetivo de que estas plantas llenen de color las ventanas y los balcones de la ciudad para celebrar el centenario de Lola Flores”, apuntaban desde el Ayuntamiento.
El monumento floral cumplió asimismo otra finalidad, de tipo emocional. El último clavel rojo de la instalación artística y floral se colocó a las doce del mediodía, y tras el repique de las campanas de la Catedral sonó un acordeón con los sones de la Marcha Real, como la artista contaba que ocurrió el 21 de enero de 1923, en el momento de su nacimiento.
A partir de entonces y tras las palabras de bienvenida de la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, dio comienzo el espectáculo Jerez le canta y le baila a Lola, un homenaje protagonizado por los citados artistas de Jerez, que culminaron la cita con un fin de fiesta al que se animó la propia alcaldesa, invitada a bailar sobre el escenario como colofón a una jornada eminentemente festiva.
La de ayer, en cualquier caso, fue la primera de las muchas actividades que la ciudad acogerá durante el Año Lola porque “Jerez va a conmemorar esta efeméride por todo lo alto”, en palabras de Mamen Sánchez, con propuestas de todo tipo: culturales, artísticas, con un fuerte protagonismo del flamenco, música, exposiciones, eventos deportivos y con propuestas académicas como jornadas, congresos y rutas en torno a su figura, como las tres presentadas esta semana: Las huellas de la niña Lola, que discurre del barrio de San Miguel a Santiago; Paseos de luz y alegría, que recorre desde la Alameda de Cristina en la Alameda Vieja; y Los caminos del arte de Lola, que comienza en el barrio de La Albarizuela y concluirá en las bodegas González Byass.
Jerez, este sábado, era una fiesta. Y promete seguir siéndolo todo el año. En el Año de Lola.
