Había llovido. Las gotas esparcidas sobre la baldosa, como si el agua estuviera derramada, extendían la imagen de nuestra Catedral, reflejando una de sus torres en ese espacio entre los adoquines de la calle Bernabé Soriano.
A primera hora de la mañana, esa escena no pasó inadvertida a ojos de El Creata, que compartió la fotografía en sus redes sociales. Rápidamente la imagen se propagó entre jiennenses que ayudaron a viralizar la perspectiva de nuestra Catedral reflejada en el suelo de uno de los lugares más transitados de nuestro callejero como es la Carrera.
Muchos de aquellos jiennenses, irremediablemente, encontraron en esa fotografía el recuerdo de los cuadros de David Padilla. Y no fue una causalidad. Él legó a esta ciudad una forma personal de plasmar la imagen de nuestra Catedral reflejada de mil maneras diferentes. En cristales, en espejos, en metales o en los charcos que dejaba la lluvia. La visión inadvertida del templo catedralicio congelado en un instante a través de sus pinceles.
Pero no sólo eso, tuvo el privilegio de ver Jaén desde otra perspectiva diferente a la de cada uno de nosotros, y luego, a través de su arte, supo plasmar un Jaén que estaba ahí pero quizás nosotros no sabíamos que existía: lo anónimo, lo distinto, lo cotidiano y lo simbólico.
Estudió Derecho en Granada hasta que su vocación por la pintura le hizo dejar atrás el jurista que pudo haber sido y encaminarse a través de las Bellas Artes en el gran pintor que en Jaén tuvimos. Intuyo que jurídicamente le daría tiempo a estudiar la obligación de reparar el daño causado y el perjuicio como efecto de responsabilidad civil.
Hace unos días el Ayuntamiento ha hecho posible perpetuar su recuerdo y honrar su memoria dedicándole una placa en el Callejón de las Flores, en un lateral del palacio de la Diputación Provincial de Jaén. Este gesto, tiene el simbolismo añadido de reparar el daño moral que hace ya bastante tiempo se le causó a él como artista en esta ciudad donde a veces suceden aberraciones de difícil explicación. Una de sus obras que durante varios años estuvo instalada en un soporte en la Plaza de San Francisco fue retirada de forma eventual, y la ignorancia sumada a la despreocupación de quien fuera hizo que aquella obra suya acabará destruida entre escombros de chatarra.
Por eso tiene un valor añadido esta acción que ha tenido el Ayuntamiento, queriendo que su nombre permanezca para siempre en el recuerdo de todos los jiennenses, precisamente en ese lugar. Y era de justicia que Jaén así lo hiciera para quien fue y siempre será un referente artístico e inolvidable en esta ciudad.