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Cádiz

“Sentimos como si temblara la iglesia entera y salimos corriendo”

La hermana mayor de La Expiración se encontraba en el interior de la Castrense preparando el altar del Santísimo junto con dos floristas y el sacristán

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  • Bomberos y técnicos municipales a las puertas de la iglesia. -
  • La misa de las ocho se había suspendido porque el párroco se encontraba enfermo. "Son cosas de la providencia", reconoce

Un “susto monumental” y nunca mejor dicho. Así describe el día después tras una noche sin poder pegar ojo “por el disgusto” la hermana mayor de La Expiración, Elisa Montero, que se encontraba en la Iglesia de la Castrense de Cádiz preparando el altar del Santísimo para la procesión claustral que este jueves iban a celebrar en el interior del templo por el Día del Corpus. El desplome de la parte exterior de la bóveda le cogió dentro. Su cofradía tiene las imágenes titulares en esta iglesia. 

No estaba sola. Junto a ella se encontraban dos floristas y el sacristán de la iglesia, que acababa de terminar de supervisar el altar mayor. Eran las nueve menos diez de la noche cuando escucharon un “fuerte estruendo”, como si de una “bomba” se tratara. “Sentimos como si temblara la iglesia entera”. Según ha relatado a VIVA CÁDIZ, todo ocurrió “muy rápido”, “en segundos”, los suficientes para que la angustia fuera creciendo porque no sabían qué estaba ocurriendo. El desplome de varias calichas de la parte del altar mayor debido al derrumbe les puso en alerta. “Parecía que se iba a caer el techo, así que salimos corriendo por el altar mayor, que tiraba para la sacristía”, señala. 

Esa tarde no había habido misa de las ocho porque el párroco, que tiene su casa en el mismo edificio, se encontraba enfermo, por lo que decidió suspender la eucaristía y la iglesia estaba cerrada al público. “Son cosas de la providencia”, reconoce la hermana mayor, abrumada todavía por las muestras de cariño y las llamadas que lleva recibiendo todo el día para interesarse por su estado.  Esa providencia también quiso que lo que cayeran fueran calichas “y no casquetes grandes que pudieran hacer daño”. 

En el patio de la Iglesia, que está junto al Teatro Falla, se encontraba trabajando también en el momento del desplome los hermanos del Desamparo, que pudieron presenciar la escena desde fuera. “Ellos vieron el humo de todo el desplome, yo lo sentí dentro”, cuenta Montero, que asegura que durante la rehabilitación de esta iglesia, que duró seis años, la bóveda afectada “no se tocó”. “Se supone que la revisaron y que estaba bien”, apuntó.

Ahora lo que más le preocupa es “todo se solucione pronto” para que la iglesia recupere su actividad. “Haremos lo que diga nuestro párroco, si tenemos que buscar otro sitio se buscará”.  

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