Diciembre nos trae el epílogo de todo lo vivido en un año. Y el calendario de este mes tiene un prólogo de la Navidad entre los días 6 y 8, que hacen intermitente la semana laboral.
Se convierte en absoluta paradoja que el día 6 celebremos nuestra Constitución cuando de un tiempo a esta parte sus páginas se han convertido en un papel arrancado y se ha vilipendiado parte de lo que en ella se articula. Comenzando por su principio.
Quizás su primer artículo y los siguientes fuera lo primero que descubrimos y aprendimos quienes estudiamos Derecho en la facultad que ahora cumple tres décadas de vida propia en el entramado de la Universidad de Jaén. La de Ciencias Sociales y Jurídicas, aquella que nos formó y que ha forjado a legiones de juristas que hoy son profesionales en todos los ámbitos del Derecho. Muchos de ellos abogados.
En la Plaza de San Ildefonso se erige un monumento a su Patrona, la Inmaculada. Pero sucede que a diferencia de otros lugares de España, en la madrugada del 7 al 8 de diciembre su pedestal no amanece plagado de flores, rindiendo honores a esta advocación que protege a los abogados jiennenses. Bonito sería que un espontáneo gesto sucediera así en Jaén al llegar estas fechas en el que la abogacía jiennense se detiene brevemente para recordar a los letrados que ya nos dejaron, para reivindicar una profesión fundamental y necesaria en la sociedad que este año se ha visto gravemente dañada por la paralización y bloqueo de la justicia que ha marcado el primer semestre del año.
Pero no sólo eso, también para conmemorar su propia existencia en el Jaén actual ahora que se cumplen ciento setenta y cinco años de su creación en esta provincia. En el número 13 de la calle Carmelo Torres y flanqueado por sedes judiciales, imponente se levanta la sede del colegio profesional posiblemente más longevo de cuantos existen en Jaén.
En su fachada, una acuarela del arquitecto y pintor Alfonso Rodríguez Márquez rinde tributo a aquellos abogados primigenios que dieron forma en su origen al Ilustre Colegio de Abogados de Jaén. Veintitrés juristas que hicieron posible en esta tierra de olivos que un nuevo camino se abriera en el futuro del ejercicio de la abogacía, uniendo intereses, criterios y dando formalidad a una profesión libre e independiente que en esta ciudad dio a hombres notables que llegaron a ser por partida doble Alcalde de Jaén y Decano de su Colegio de Abogados.
Poco a nada tiene que ver aquella primitiva abogacía de la que hoy se ejerce. La sociedad evoluciona, la Justicia se ve sometida a transformaciones, la profesión está masificada y en Jaén persiste una dispersión de sedes judiciales que no favorece. Pero también continúan naciendo día a día problemas en personas vulnerables, y dificultades de todo tipo en el devenir vital de ciudadanos que se ven en la obligada necesidad de acudir a un abogado para resolver – muchas veces en un juzgado y al arbitrio de la interpretación de un juez- los desvelos de una vida que a veces presenta complicaciones sin avisar. Y ahí, siempre habrá un abogado dispuesto a luchar por los derechos e intereses de quien en él deposite su confianza.