Falta justo un mes para que su kilométrica longitud reviente de alegría. Poco a poco se va repitiendo la escena que preludia aquello que llegará en enero: en una u otra dirección corredores entrenando la carrera de la noche de San Antón. Conforme se vaya acercando la fecha, el multicolor de los cortavientos se irá ampliando al anochecer. Dibujando una luminosidad que centellea por Jaén a ritmo de zancada.
Será entonces cuando algunos jiennenses encaminen sus pasos por esta vía donde hacen su vida multitud de personas que habitan algunos de los edificios más altos de esta ciudad. Una gran avenida que se convierte en excepción aquí porque a diferencia de otras calles de Jaén no es una cuesta que subimos o bajamos.
Por un extremo casi nos abraza con Torredelcampo. Por otro, en invierno, vemos nevadas las montañas de Sierra Mágina. Y justo en su mitad, frente a frente, los dos puntos que conforman el encuentro diario de jóvenes y mayores. La Iglesia de San Félix y la emblemática Universidad Popular.
Somos muchos los que atribuimos al Gran Eje nuestra denominación de origen jaenera a falta de un barrio perfectamente delimitado y que marque identidad porque exista desde siglos atrás.
De un tiempo a esta parte, sobre el túnel que transformó para siempre uno de sus accesos, se erige un cartel que identifica a la Avenida de Andalucía con ese otro nombre por todos conocidos: el Gran Eje. Y lo hace a iniciativa de una asociación de comerciantes que precisamente con su unión da identidad a la zona.
En estas fechas una extensa agenda lúdica llenará constantemente de Navidad sus días y lo hará para dar vida y felicidad a una gran avenida que antaño estuvo poblada de entidades bancarias, y que al desertar también han dejado vacío parte de este Jaén que siempre tuvo una intensa vida comercial que muchos vecinos tratan de sostener e impulsar porque es el motor del Gran Eje.