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Al compás de Huelva

La polio estimuló mi vida

Para mí apenas dejó estigmas al dar un simple vistazo a mi vida desde julio de 1944, cuando a los dos años vine de Punta Umbría a Huelva con una fiebre altísima

Publicado: 17/09/2024 ·
12:36
· Actualizado: 17/09/2024 · 12:36
  • La polio.
Autor

J. S. Canales

Periodista onubense con más de medio siglo de carrera profesional y una gran dedicación a su tierra, autor de varios libros y reconocido con el Premio de Periodismo Ciudad de Huelva en 2008

Al compás de Huelva

Plasma la historia reciente de Huelva y toma el pulso de la actualidad onubense, además de ser un altavoz de las necesidades de la capital y la provincia

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Las cosas que tiene la vida… Sí, así podría iniciar estas vivencias de uno de esos miles de niños y niñas desde los años 50, sino por propia experiencia desde los 40, que fueron-fui víctima de la polio, hoy poliomielitis, una pandemia olvidada de aquella década, todo ello al leer un reportaje que  me llamó poderosamente la atención y que, entre otras cosa, explica cómo el retraso de la vacunación en España “les arrebató-me arrebató oportunidades de salud, laborales, económicas y sociales”. Sí, algo que para mí apenas dejó estigmas al dar un simple vistazo a mi vida desde el mes de julio de 1944, cuando a los dos años vine de Punta Umbría a Huelva con una fiebre altísima y después de muchos avatares, especulaciones y ensayos, un médico milagroso para mí puso a mi alcance toda su experiencia en un campo en el que –repito- todavía no existía la vacuna que, menos mal, llegó en 1963, un año para mí de un gran significado porque, aparte el especialísimo interés del doctor don Celestino Verdier Martín, gracias a otra eminencia de la época en Huelva, y cuyo nombre lamento no recordar, mi vida dio un cambiazo al prescindir de unas incómodas prótesis ortopédicas y pasar a esos bastones que a veces me permitían caminar más deprisa que los amigos de la época.

La verdad es que la lectura del reportaje hace o motiva que haya superado totalmente el desconcierto y la escasa atención dispensada a una secuela que no influyó demasiado como profesional desde 1957 en los servicios informativos de Radio Nacional de España en Huelva, por cierto la emisora pública y decana de la radio española -algo que me va a permitir reivindicar que para esa casa muchos no quieren reconocer- donde estuve hasta noviembre de 1993, cuando pasé a la situación de pensionista de invalidez absoluta, cuando la verdad es que los bastones no me impedían estar sentado en una mesa de redacción y tenía  la ayuda de un teléfono y la máquina de escribir H.O. que todavía conservo.

La lectura me convulsiona un poco cuando leo algo como “sufro los afectos de la polio desde los tres meses de vida”. En aquellos años -1949- decían que esta infección se superaba como una gripe. Murieron muchos niños… (Bueno, según otras fuentes no suficientemente contrastadas, el número de afectados alcanzó las 50.000). En el año 1955, niños del entorno europeo ya habían comenzado a recibir la vacuna de manera masiva y gratuita, mientras aquí todo giraba en torno a las secuelas de la guerra civil, en algunos casos peores que la pandemia, como esa víctima, que con dos años de edad vivía en una familia modesta, con un trabajador en la estiba del Puerto de Huelva al no tener otra salida laboral después de ser depurado por el régimen imperante al pertenecer a la Guardia de Asalto de la época, y no sufrir la pena peor gracias a la intervención de una personalidad de la época, don José Tejero y González Vizcaíno, gran cazador que tenía a esta víctima del franquismo como secretario de cacerías. Mi vida era llevadera desde que ingresé en Estudios Politécnicos Madre de Dios, donde llegué al Bachillerato, y de allí a meritorio en Radio Nacional de España en Huelva, de la mano de Eduardo Bonachera Pombo, maestro del hoy Funcadia, cuyas riendas sujetaba con amor y destreza el más que recordado padre Laraña.

A mis casi 82 años poco puedo esperar, salvo que la salud continúe siendo ahora mi horizonte de vida y pueda gozar de algo tan sublime como haber formado una familia con dos hijos y dos nietos. La poliomielitis es una enfermedad neurodegenerativa cuyas secuelas condicionan el diario quehacer, pero hoy, gracias al esfuerzo familiar todo se hace más llevadero al poder disponer de scooter eléctrico, este último convirtiéndome en un Federico Martín Bahamontes.

A día de hoy, leo, los afectados de la polio y postpolio, pese a los avances médicos, se sienten desatendidos y hay que reconocer que la mayoría de los médicos carecen de conocimientos para manejar las complicaciones que se siguen presentando. La vacuna ha erradicado esta enfermedad, pero hay brotes o puede reaparecer porque la vacuna no ha erradicado la enfermedad en otros puntos del mundo y el riesgo persiste ante la movilidad que caracteriza a los humanos de hoy, como sucedió con el Covid,  que todavía sigue dando sustos. Los niños de la polio hemos tenido que esforzarnos el doble que el resto de niños, algo de lo que doy fe, como de esa auténtica aberración de, ante la inoperancia de la Junta de Andalucía y tener que adquirir a cargo de uno el aparato en cuestión, tener que abonar un 19% de IVA como si se tratase de un Mercedes y/u otro de alta gama.

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