La Operación Paso del Estrecho ha ido perdiendo con el paso del tiempo la tradicional imagen que dejaba en el puerto de Algeciras y en las inmediaciones, con una colapsada tromba de viajeros magrebíes, procedentes de distintos puntos de Europa, que regresaban a sus países de origen con motivo de sus periodos vacacionales.
Un periodo que concentraba en el mismo momento a cientos de miles de viajeros que, del mismo modo que sucede con otro tipo de migraciones en la zona, acababan confluyendo en Algeciras como si de un embudo se tratara.
Ello dio lugar a imágenes dramáticas de colpaso en los años noventa, que hizo que la coordinación del dispositivo se tuviera que extremar y modernizar para evitar que se convirtiera en un riesgo para la seguridad del Estado.
La operación fue denominada inicialmente Operación Tránsito cuando comenzó su andadura en los años sesenta. Las primeras cifras significativas se registraron a principios de los años ochenta, contabilizándose en 1986 el paso de 474.697viajeros hacia los puertos de Ceuta y Tánger entre el 15 de junio y el 15 de agosto.
El volumen que comenzaban a adquirir estos desplazamientos hizo que la dirección General de Protección Civil se hiciera cargo de controlar y organizar el dispositivo en 1987. Desde 1990, y con los primeros datos de consideración en el tránsito, asistimos a la ya moderna Operación Paso del Estrecho.
El crecimiento de viajeros fue continuo desde entonces, alcanzando en 1993 la cifra de 712.831 pasajeros. Inicialmente, sólo los puertos de Tánger y Ceuta recibían viajeros desde Algeciras, pero conforme creció el volumen de personas implicadas y se hizo más complejo el montaje de una Operación que contaba del lado marroquí como socio a la Fundación Hassan II para los Residentes Marroquíes en el Extranjero, fueron puestos en funcionamiento en el dispositivo nuevos puertos como Almería, Alicante y Málaga en lo que concernía a la salida desde la Península.
La operación seguiría creciendo, y en 2003 el volumen total de personas transportadas alcanzó la cifra de 1.312.857, lo que supuso un incremento del 54,8% en la década 1993-2003, según un estudio elaborado por la Universidad Autónoma de Madrid.
Fueron muchas las hipótesis que se barajaron sobre el desmesurado aumento de este fenómeno. Pero, sin duda, la que más pesó fue la evidencia de la creciente estabilización de la emigración magrebí en el mercado laboral de la floreciente Unión Europea.
Sólo analizando los incrementos que se registraron en España se evidencia este fenómeno, dado que la población magrebí pasó de 61.303 residentes legales en 1993 a 333.770 en 2003.
En este periodo se produce las primeras grandes aglomeraciones en el puerto de Algeciras, fundamentalmente en los años noventa, cuando se llegan a registrar episodios dramáticos, con las carreteras anexas al puerto colapsadas, con la capacidad de respuesta de los servicios desbordados, y con ciudadanos magrebíes que campaban desesperados por las carreteras y superficies portuarias, esperando poder acceder al ferry que les permitiera cruzar el Estrecho.
Modernización
En la pasada década, el dispositivo se fue modernizando y adquiriendo un nivel de organización que paso de la catástrofe de los años noventa al modelo ejemplar y preciso que se implantaría años después.
La creación de un comité director, en el que todas las administraciones y entidades implicadas coordinaban su papel a jugar en el dispositivo; el establecimiento de superficies específicamente destinadas a las esperas de los viajeros, como el Llano Amarillo o el área de servicio de Los Barrios; la implantación de la intercambiabilidad de billetes; la contratación de personal auxiliar para favorecer la llegada ordenada de los vehículos a las zonas de preembarque de sus destinos respectivos...
Todo un perfeccionamiento en un dispositivo que abandonaría aquellas antiguas imágenes de descontrol e inseguridad de los años noventa, para convertirse en un ejemplo a nivel mundial, en la que ya era la operación de Protección Civil más importante de toda Europa.
Y ello pese a que el número de viajeros no había parado de crecer. Así, si en 2003 se alcanzó la cifra de 1.312.857 personas en tránsito; este dato ya se había disparado en 2007 hasta superar con creces los dos millones y medio de viajeros.
Este notable incremento en la población a atender en el marco del dispositivo obligaba a instaurar cada vez más medios, no sólo para la coordinación en carretera y en preembarque, sino también en la asistencia sanitaria, social y de servicios de estos viajeros.
Un perfeccionamiento en el que fue clave la figura del ya desaparecido Salvador Merelo, figura clave en la configuración de la moderna Operación Paso del Estrecho.
Declive
Sin embargo, en los últimos años hemos venido asistiendo a un progresivo debilitamiento de la OPE. Aquellas históricas avalanchas de viajeros han ido progresivamente perdiendo fuelle, hasta cerrarse el dispositivo del presente año con 1.998.362 pasajeros, lo que supone un 25% menos que en 2007, según el estudio “Situación de las navieras en el Estrecho de Gibraltar” elaborado por la Agencia de Comunicación Aeropress.
En ello han pesado diversos factores, aunque todos los agentes implicados en el dispositivo apunta a la crisis económica como uno de los más determinantes. La falta de capacidad adquisitiva, cuando no la pérdida efectivo del empleo en Europa ha provocado, sin duda, que muchos de aquellos viajeros tradicionales de la OPE no hayan podido permitirse en los últimos años la travesía.
Muchas voces apuntan, no obstante, a un relevo generacional como factor más determinante. Y es que, si el volumen original de la operación comenzó a gestarse en la década de los sesenta, a consolidarse en los setenta, y a dispararse en los ochenta y noventa, es lógico concluir que aquellos originales viajeros han dejado paso ya a sus hijos, nacidos en Europa y con un vínculo mucho menor hacia sus lugares de origen para los periodos vacacionales.
Pero no es este el único factor sopesado, ya que también los precios más competitivos o la subida del petróleo se han barajado como condicionantes, así como un factor decisivo, como es la pujanza en el último lustro de las compañías aéreas de bajo coste como alternativa mucho menos costosa y más cómoda para viajar al norte de África.
En resumen, una operación que supuso un verdadero problema de organización y seguridad para el Estado español, y que va camino de perder su histórica fuerza en el Campo de Gibraltar, ya que sólo en los últimos seis años ha perdido una cuarta parte de sus viajeros.
Llano Amarillo
Uno de los frentes más intensos abiertos por el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, ha sido el de la recuperación del Llano Amarillo para el uso y disfrute ciudadano.
Sin embargo, frente a esa reclamación, la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras (APBA) ha esgrimido siempre el argumento de su exigencia como zona de preembarque para la Operación Paso del Estrecho, exigencia que viene marcada por el propio Ministerio del Interior.
Así lo expresó el propio presidente de la APBA, Manuel Morón, en su día, ante las críticas vertidas al respecto por Landaluce, manifestando, en relación al traslado de la OPE a otro espacio del municipio, que la APBA estaría “encantada de que así fuese y poder, de esta forma, ceder todo el Llano Amarillo a la ciudad”, asegurando que esa “ha sido siempre nuestra intención”.
Sin embargo, apuntó a que los responsables del Ministerio del Interior no lo van a permitir, sean del color que sean, has que no se disponga “de un espacio exterior para la OPE con suficientes garantías”.
Ahora, con una OPE que va perdiendo fuelle, y que no alcanzan a cubrir las zonas de preembarque ni siquiera en sus días punta, el debate se reabre, máxime cuando la histórica afluencia masiva de viajeros empieza a diluirse en el tiempo.