Tanto desde el PSOE como desde el Partido Popular se ha dicho que hay muchas empresas a las puertas de la ciudad esperando la oportunidad de invertir y ellos sabrán por qué lo dicen y qué datos tienen que no conozcan los ciudadanos. Pero a ojo de buen cubero y salvo esas sorpresas que guardan los políticos -y hay muchas clases de sorpresa- en los últimos años sólo ha registrado un notable avance la instalación de bazares y la iniciativa de empresarios que no estaban en las puertas, sino en la propia ciudad y apostando por ella.
Es cierto que ha habido franquicias que han querido instalarse en el centro de La Isla, lo que hubiera sido un revulsivo para el comercio, pero se han encontrado con un casco histórico encorsetado en un Plan Especial de Protección que hace imposible abrir un escaparate en condiciones y con una serie de carencias que impiden un desarrollo comercial con garantías de que la gente, no sólo vaya a poder aparcar, sino siquiera llegar al centro.
Los únicos grandes empresarios que se tenían y se tienen por tales que han llegado a La Isla en los últimos años y que, efectivamente, han permanecido en la puerta esperando a entrar, ha sido el riojano Delfín Cañas, que a través de su hombre de confianza y bajo la careta de mecenas del equipo de fútbol de la ciudad, quería quedarse con los terrenos de Fábrica San Carlos y sobre todo con el desarrollo turístico de Camposoto.
El otro gran empresario llegó esta misma semana como un elefante en una cacharrería. Proponiendo cerrar el hospital San Carlos, construir un Chare y a cambio llevarse los únicos terrenos que tiene La Isla (y Cádiz) a cambio de mantener 350 puestos de trabajo. ¿Hasta cuándo? Eso no lo dijo. Pero con la Reforma Laboral actual...
