Esta misma semana en Jerez se han dado a conocer dos experiencias que aunque completamente distintas buscan el mismo objetivo: reenganchar a los jerezanos al mercado laboral. También tienen otra similitud, las dos son a través de contrataciones en el extranjero, una en las campañas agrícolas francesas, y otra en Alemania aunque en este caso más a largo plazo para obtener una titulación reglada. Obviamente el tercer paralelismo es que para ambos casos se requiere un curso intensivo de alemán y francés antes de partir. Si bien en Alemania hay una empresa intermediaria realizando las gestiones, en lo que respecta a Francia la promotora de una iniciativa que ya está a pleno rendimiento es Manuela Parra, una vecina de La Barca que ha pasado gran parte de su vida en Francia después de que a su padre emigrara al país galo tras firmar un contrato con Renfe. Regresó hace once años y, como narra, quizás por ser extranjeros y saber que los comienzos no son fáciles, en su hogar siempre tuvieron la puerta abierta a estudiantes y trabajadores que acudían a Francia a las campañas. Ya de vuelta a sus raíces, eran muchos los vecinos de la zona los que se interesaban por si había posibilidad de que les orientara para ir a la vendimia francesa.
Llevaba años intentando dar forma en su cabeza a la fórmula en la que ayudar a sus vecinos a partir de sus relaciones en este país, en el que ha vivido casi cuatro décadas, arropándoles para que fueran a lo seguro y con su contrato firmado para volver a casa con unos ingresos para su familia (están mandando hasta 1.000 euros) y lo está consiguiendo. Tras empezar a contactar con empresas que realizaban las distintas campañas en el campo en Francia y desplazarse allí para reunirse personalmente el pasado agosto empezó a perfilar esta iniciativa. Había un requisito imprescindible: aprender francés a los niveles de saber defenderse en el día a día y a la hora de relacionarse con el resto de compañeros en su trabajo.
clases gratis a 400 personas
A partir de ahí, el resto vino rodado, sobre todo gracias a la implicación de los ayuntamientos pedáneos de Torrecera, San Isidro del Guadalete, Estella del Marqués y Guadalcacín. Por tanto, son sus residentes los que se están beneficiando de este programa en el que está todo estudiado, de manera que la oferta de empleo casi siempre relacionada con labores y campañas concretas, inicialmente agrarias, en distintas zonas del país se ajuste a su perfil. Siempre parten en cuadrillas de cuatro para un periodo que suele ser de un mínimo de tres semanas y también por cuestiones de organización “para que cuando llegue una solicitud concreta todo esté listo”. Además, esto les permite también viajar acompañados y apoyarse unos a otros.
Pero no necesariamente tienen que ser estos tiempos pactados, dado que una vez allí puede darse el caso de empezar a trabajar con un contrato indefinido, es lo que les ha ocurrido hasta el momento a cuatro vecinos de estas pedanías que han encontrado trabajo como tractoristas y en la construcción. Mientras esperan que llegue su turno -desde septiembre se han ido 60- una vez a la semana dan clases de francés. Las imparte Manuela de forma gratuita en las cuatro ELA, y en estos momentos son al menos 400 los vecinos que están formándose en este idioma. ¿Cuál es su objetivo? Lograr que el 80% de todas estas personas que actualmente están en pleno proceso de aprendizaje del francés participe en alguna de estas campañas. Además, teniendo en cuenta que en el próximo mes de abril y hasta septiembre se desarrollarán las campañas del espárrago y de los melones, para la que se requiere más de 2.000 contratos temporales, en las pedanías están bastante optimistas. Ojalá no fuera necesario que ninguno de sus vecinos tuviera que emigrar, pero mientras que la situación económica no cambie están dispuestos a llevarse una buena parte de los 20.000 empleos temporales de estas campañas francesas al año. Además, ya trabajan para buscar subvenciones y reclutar a más empresas.
No sabía leer ni escribir pero sí francés
aunque los currícululos se ajustan en la medida de lo posible a las ofertas de empleo relacionadas con el ámbito de la agricultura y también de la construcción, el perfil de las personas que ya tienen su maleta preparada para trabajar en Francia va desde padres de familia, mujeres a estudiantes. Quizás también el hecho de que se vayan con fecha de regreso, y no sea hasta el final de su estancia cuando paguen el alojamiento una vez que cobren les da una tranquilidad y otra garantía difícil de encontrar en otro trabajo en el extranjero. “Yo hablo con ellos todas las semanas, sabemos donde se quedan, los alcaldes de las cuatro ELA y yo hemos visitado las casas donde están viviendo y sabemos perfectamente cómo están allí”. Son muchos los casos que se encuentra todas las semanas Manuela de vecinos que van a sus clases mientras esperan que llegue su turno, pero uno de los que más le llama la atención por su fuerza de voluntad es el de un hombre de 58 años que no sabe ni leer ni escribir y, aún así, no ha faltado ni a una sola clase para intentar familiarizarse con el idioma. Y lo ha conseguido. “Va aprendiendo y, de hecho, ha estado ya durante tres semanas en una campaña”. Ahora mismo Manuela trabaja en el Ayuntamiento de Torrecera, donde está permanentemente enganchada al teléfono en busca de contactos con las empresas. Unos contactos que empiezan a fructificar y la mejor prueba de ello es la visita esta misma semana a la zona de un empresario francés que se ha entrevistado con pequeñas empresas de la construcción intentar canalizar una relación de trabajo para reconstruir y reformar casas rurales y “châteaux franceses”. Esto no ha hecho más que empezar.