Este trabajador, que como el también agredido el pasado martes es integrante de la cooperativa Radio Taxi, resultó con una herida de quince centímetros en el forcejeo que se produjo con su agresor, un individuo que no dudó en atacar a su víctima a cara descubierta, según relató el propio perjudicado.
El servicio comenzó hacia las 21.50 horas en la parada de La Marina. Un individuo de aspecto sospechoso solicitó transporte hacia la barriada de La Bajadilla, sin especificar en un primer momento la calle de destino.
Según el taxista, la realización de estos servicios para clientes con intenciones dudosas -quienes al parecer son conocidos en el gremio de taxistas como gremlins- es bastante habitual. “Se trata de personas que en muchos casos acuden para comprar droga a lugares muy concretos de esa barriada. Cuando llegas al lugar de destino, te dicen que esperes y después van a comprar o vender droga al lugar que sea. Después te cogen otra vez para salir del barrio”, relató este taxista.
En el caso de este individuo, subió acompañado de una mujer, quien al parecer permaneció impasible durante la agresión posterior. El presunto agresor, quien al parecer llevaba una gorra, indica al taxista nada más entrar en la barriada de La Bajadilla que lo llevé hasta la Plaza de España. Una vez allí, le señala el acceso a la calle Santa María Micaela. “A nosotros no nos gusta adentrarnos en las calles interiores del barrio ante el miedo de que puedan ocurrir estas cosas”, se lamentó el taxista. Sin embargo, el agredido decidió seguir con el servicio hasta el final.
Una vez que habían recorrido entre 100 y 150 metros de la citada calle, el delincuente pidió al conductor que se detuviese. “Entonces comenzó a hacer algo que a mi ya me pareció muy sospechoso” -prosiguió- “ya que me pidió al menos dos veces que continuase unos metros más, como buscando el lugar más favorable”.
Llegados a este punto, el taxista afirmó que sintió “que algo me pinchaba en el costado”, y sin tiempo para reaccionar oyó a su cliente decirle: “O me das todo lo que tienes o te mato”, mientras le amenazaba con un cuchillo de grandes dimensiones. La mujer salió inmediatamente del coche “y se quitó de en medio”, agregó el conductor, quien instintivamente abrió la puerta del coche, sacó la llave y saltó fuera del taxi.
El conductor se quedó junto a la puerta y el ladrón trataba de alejarlo de ella. “Lo último que quería es que se llevase el coche o lo dañase, porque es mi medio de vida”, confesó. Cuando su agresor registraba el vehículo en busca de dinero y objetos de valor, el taxista decidió que no podía permanecer impasible: “Mientras registraba con una mano sostenía el arma con la otra, y aproveché un despiste para intentar golpearle con la puerta”, manifestó. En ese momento fue cuando el agresor se puso nervioso y provocó una herida de quince centímetros en el brazo. “Al ver que no me rendía acabó huyendo, pero se llevó mi teléfono móvil y el monedero del taxi”, explicó el trabajador. La mujer ya había desaparecido del lugar.
Los propios vecinos de la calle Santa María Micaela corrieron a atender al herido. “Una vecina me metió en casa y me echó alcohol para desinfectar la herida mientras venía la ambulancia y después se presentó la Policía. Poco más tarde, tuve que ir a la Comisaría a declarar”, prosiguió. Este taxista comentó que ayer había acudido “por cuarta vez” a la sede policial de la avenida El Embarcadero para tratar de identificar al agresor, junto con el otro profesional al que hirieron el martes.
El botín que se llevó el ladrón no fue especialmente cuantioso. No logró, por ejemplo, llevarse el dinero que el taxista portaba en la cartera, y tuvo que confomarse con sustraer el monedero que todos los profesionales del taxi llevan para devolver el cambio. En total, según indicó el presidente de Radio Taxi Fernando Martín Gómez, podía haber en el coche “unos 60 euros”.
Único sospechoso
Los dos taxistas coincidieron ayer en afirmar que “una misma persona” fue la que en ambos casos perpetró las agresiones, después de comentar con la Policía los rasgos característicos del individuo. “La única diferencia radica en que en el primer caso iba acompañado de una mujer, mientras que en la agresión a mi compañero el que se subió con él era un hombre con aspecto de toxicómano”, manifestó el conductor.
El trabajador sigue prestando servicio, pero ahora lo hace de un modo más reducido. Su compañero presentaba cortes en una mano y uno de sus dedos tras la agresión sufrida.
El presidente de la cooperativa Radio Taxi, Fernando Martín Gómez, se mostró ayer preocupado ante la rápida sucesión de robos a taxistas “después de mucho tiempo sin repetirse estos hechos, concretamente desde las últimas agresiones en La Línea y San Roque”. El representante de los trabajadores del taxi reconoció que medidas como la incorporación del GPS, activo hasta ahora en tan sólo cinco vehículos, o la mampara protectora, “ayudan pero no evitan estas situaciones”, y solicitó mayor atención a estos casos por parte de las instituciones.
La experiencia de una agresión puede ser muy traumática e incluso puede llevar a que el profesional cese en su labor. “Aquí hubo un caso en el Rinconcillo hace tiempo, unos cinco o seis años. El hombre acabó psicológicamente mal y un tribunal médico confirmó su incapacidad. Es muy duro”, concluyó Martín Gómez.