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El Puerto

“Es falso que los escoceses odien a la Reina”

Es portuense, tiene 26 años y lleva desde de mayo en Edimburgo trabajando en una tienda en el centro histórico, en la calle Royal Mile o High Street, que comunica el Castillo de Edimburgo con el Palacio Holyrood, residencia oficial de veraneo de la Reina Isabel II. Asegura que es falso que los esco

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  • Inés Martín Mesa. -

Es portuense, tiene 26 años y lleva desde de mayo en Edimburgo trabajando en una tienda en el centro histórico, en la calle Royal Mile o High Street, que comunica el Castillo de Edimburgo con el Palacio Holyrood, residencia oficial de veraneo de la Reina Isabel II.

Asegura que es falso que los escoceses odien a la Reina.

¿Qué tal el ambiente que se respira entre los escoceses?

-Al trabajar en una tienda, tengo contacto directo y diario con empresarios y clientes habituales escoceses y británicos, tanto a favor como en contra de la independencia. Hay que decir que los pro-independentistas son mucho más agresivos que los unionistas, hacen mucho más ruido y van anunciando sus preferencias con chapas en las chaquetas, banderas en las ventanas y últimamente incluso en los coches.

El nerviosismo a un día (miércoles) del referéndum es palpable y las conversaciones en referencia a este se encuentran en cada esquina.

El vaivén de reporteros de todas las cadenas del Reino Unido así como extranjeras, es continuo, en una continua búsqueda de transeúntes que se presten a dar su opinión al respecto. Son muchos los que alzan la voz y gritan ‘YES’ pero, cuando les preguntas en privado, son muchos los trabajadores asustados.

En mi caso, la mayoría de compañeros dicen que es un sinsentido votar ‘YES’ porque a su entender, la economía escocesa depende directamente de la de la unión. Hay que tener en cuenta que en todas las tiendas del centro, la mayoría de los trabajadores somos inmigrantes y, en el caso de que Escocia se independizara, tendríamos que volver a nuestros países para pedir un visado.

¿Alguna anécdota que hayas vivido a pie de calle?

-Hoy mismo, mientras trabajaba ha ocurrido algo un par de veces. Mi compañera de trabajo es inglesa y, hoy ha salido a la luz un lado de algún que otro escocés que no había conocido hasta ahora. Antes de todo, explicar que el escocés es una persona afable, abierta, bonachona y con muy buen sentido del humor.

Han entrado un par de veces a la tienda escoceses con una chapita del ‘YES’ haciéndose los interesados por nuestros productos para localizar nuestro acento al hablar. Al darse cuenta de que mi compañera es inglesa, han empezado los comentarios incómodos como “de dónde eres” “no eres de aquí”, a lo que ella ha contestado “soy de Peebles” (un pueblo a las afueras) a lo que su respuesta ha sido un gesto de desdén, dándose la vuelta y desapareciendo de nuestra vista.

Esto no es lo que define a un escocés como ya he dicho antes, pero este referéndum está dañando la relación entre los ciudadanos, que se critican entre ellos por estar a favor o en contra de la independencia (aunque esto sea una capital, todos nos conocemos y sabemos qué votará uno u otro).

El nacionalismo escocés, ¿es un sentimiento, una cuestión de finanzas o una ruptura definitiva con Reino Unido?

-Soy muy consciente del momento que estoy viviendo. Además tengo la oportunidad de hablar con esas personas que decidirán el futuro de este país. He leído mucho sobre la historia escocesa y, siempre se habla de este nacionalismo tan arraigado.

Esto se remonta muchos siglos atrás. Y esta es la primera vez en tantísimos siglos en la que se permite al pueblo Escocés a hablar por sí mismo, a decidir si quiere seguir formando parte de un reino que lo conquistó a la fuerza. Y eso que son duros, ¡que ni los romanos consiguieron llegar a conquistar al escocés profundo del norte!

Obviamente, esto no se trata de economía. Somos conscientes de que sin las subvenciones del Reino Unido, Escocia no sería lo que es ahora. Se trata de un país con 5 millones de habitantes, repartidos en dos ciudades principales y pequeños pueblos bastante aislados en mitad del campo. Por supuesto que se trata de sentimiento patriótico.

Y no es para menos, no se puede comparar a un escocés con un inglés. El escocés tiene un carácter y una filosofía de vida completamente opuesta a la del inglés.

Para una sociedad tan tradicionalista como la británica, ¿cómo puede afectar la decisión final? ¿Crees que te puede afectar de alguna manera el ‘sí’ o el ‘no’?

-Básicamente, la decisión, sea cual sea, afectará la vida cotidiana aquí. Me explico: las discusiones ya han empezado, que gane el sí o el no, solo hará acrecentar las diferencias entre los partidarios de uno u otro lado.

Unos verían su orgullo patrio dañado con la derrota, y el otro lado, culparía al independentista de sus desgracias económicas en el momento en que pasara factura la independencia. Ojalá me equivoque y nada de esto ocurra.

Si Escocia se independizase, ojalá todo sean ventajas y no sufra nadie nada de esto. Y bueno, a mí a largo plazo, si ganase el sí, claro que podría afectarme: tarde o temprano tendría que volver para hacerme un visado en el caso de que mi estancia se alargara más de dos años, pero más allá de eso, no veo como podría afectarme.

Tampoco me preocupa porque espero no tener que pasar tanto tiempo aquí y que las cosas por El Puerto mejoren lo antes posible para poder retomar mi vida allí. Y dicho todo esto, le deseo todo lo mejor a este país tan maravilloso y a su estupenda gente que me ha tratado como a una más de ellos desde el momento en que llegué.

Si deciden que la independencia es lo que les conviene, me alegraré con ellos de la misma forma que si eligen romper con el pasado. Al fin y al cabo son los pueblos los que deben escribir su historia y al menos ellos tienen la oportunidad de alzar la voz y hacer saber a los demás qué es lo que eligen.

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