El fenómeno de ocupación de viviendas que desde el pasado verano se viene produciendo en Sanlúcar de Barrameda y que afecta ya a una veintena de inmuebles está teniendo su correspondiente incidencia en el mercado inmobiliario local.
La primera de las consecuencias afecta al precio de los inmuebles. Tanto los pisos ocupados como las viviendas próximas a edificios que han sido tomados por las corralas están bajando los precios con el propósito de darle salida en el mercado.
Así ha ocurrido en un inmueble de la calle Bolsa. Nada más conocer la ocupación del piso contiguo, el vendedor de una vivienda de dos dormitorios bajó en 20.000 euros el precio de su casa “porque tiene miedo”. Otro de los inmuebles de este mismo edificio, un bajo, estaba a la venta por 200.000 euros. Ahora ha sido ocupado.
La situación de estos inmuebles, la mayoría propiedad de bancos o empresas cuya situación económica les ha llevado a presentar el concurso de acreedores, ha posibilitado la ocupación de los inmuebles cuya situación legal, en espera de la resolución de los procesos judiciales como consecuencia de los embargos, puede alargar la ocupación de las viviendas.
Este es el caso del edificio del carril de Los Ángeles donde se encuentra una de las primeras corralas que surgieron en Sanlúcar. En Internet, el inmueble se ofrece como una gran casa señorial ubicada en el centro de Sanlúcar de Barrameda, valorada en 1,3 millones de euros. Se vende la casa completa porque interesa liquidar las deudas que la promotora, en concurso de acreedores, tiene contraídas con el banco y con los proveedores y trabajadores. A pesar de la ocupación, la inmobiliaria continúa ofertando el inmueble y asegura que en los últimos meses han sido varios los clientes que se han interesado por el mismo tanto de Sanlúcar como de otras localidades. “No sabemos si porque han pensado que al estar ocupado podría bajar el precio, pero estamos estudiando algunas ofertas”, señala el agente comercial encargado de vender el inmueble.
Con todo, pese a que el sector no descarte dar salida a algunas de estas viviendas ocupadas, también temen las circunstancias en las que puedan encontrarse porque “allí se habrán producido daños, destrozos y roturas que disminuirán el valor real”, asegura el comercial encargado de vender la casa señorial de la que afirma “estaba en perfecto estado de uso” antes de su ocupación, ya que la inmobiliaria realiza visitas periódicas para comprobar el estado de las casas. De cara a su venta, “habrá que ver los daños producidos, el nivel de inversión necesario y eso influirá en el precio final. El perjudicado será la entidad bancaria para cubrir el crédito y si se subasta, no obtendrá los recursos para saldar la deuda”, añade.
Este edificio se encuentra en una situación jurídica complicada “que ha sido aprovechada por los ocupas para entrar porque ha sido imposible reaccionar”. A pesar de que el inmueble - con excepción de una vivienda adquirida por un particular - está inscrito en el registro de la propiedad a nombre de la sociedad promotora, el grupo Capitol, al encontrarse en manos del administrador concursal, el margen de maniobra ante las ocupaciones es prácticamente nulo hasta que no se resuelva el litigio sobre su propiedad. El banco, al tener el crédito pendiente, tiene un derecho preferente sobre el inmueble.
La segunda consecuencia del fenómeno de ocupación se traduce en una merma de la capacidad de negocio de las inmobiliarias. La mayoría de las empresas que se dedican a la venta de activos de bancos ya han incorporado una política de privacidad muy exclusiva. “No damos la ubicación exacta del inmueble, y cuando quedamos con el cliente interesado para ver el piso nos quedamos con una información muy detallada, nombre, DNI, contacto... para evitar que pueda ser ocupado”, señala el responsable de una inmobiliaria encargada de la venta de un inmueble ocupado en Sanlúcar. “La gente cuanto mejor sea la vivienda mejor, ocupan lugares céntricos, da igual en Sanlúcar, en Sevilla o en otras ciudades”, añade el agente inmobiliario dedicado a comercializar activos de bancos tras detectar que “a raíz de visitas a inmuebles, estos han sido ocupados”.
La ocupación ha llevado a las inmobiliarias a eliminar los carteles que anteriormente colocaban en las viviendas para dar una mayor difusión al proceso de venta o alquiler. “He tenido que ir quitando carteles, de la Barriada Andalucía, por ejemplo, porque fueron ocupadas dos viviendas propiedad del banco y en otras zonas por temor a que las ocupen”, explica un agente inmobiliario local. “Si no podemos poner los carteles, menos ventas vamos a hacer”, añade reconociendo los perjuicios que la ocupación de inmuebles privados está teniendo sobre el mercado inmobiliario.
