La presidenta argentina, Cristina Fernández, rompió hoy su silencio para desestimar la multitudinaria marcha realizada el pasado miércoles 18 de febrero en homenaje al fallecido fiscal Alberto Nisman, a la que calificó de "bautismo de fuego" de un "Partido Judicial" enfrentado al poder Ejecutivo.
La mandataria publicó un mensaje en su página web donde afirmó que la marcha, convocada por un grupo de fiscales en honor a Nisman, "no fue para nada un acto de homenaje a una persona trágicamente fallecida, con la obvia excepción de sus familiares directos".
"El 18F no es el homenaje a un fiscal, ni siquiera un reclamo insólito de justicia, sino el bautismo de fuego del Partido Judicial", sostuvo la jefa de Estado argentina.
La mandataria argentina cuestionó que se le reprochara no hablar sobre el fallecido fiscal.
"Resulta curioso que cuando hablo de lo que algunos no quieren, un fiscal me exige que me calle, y cuando no hablo de lo que ellos quieren, me reclaman que hable", apuntó.
Fernández también calificó de "absurda y políticamente armada" la cifra de asistentes a la marcha difundida por los medios de comunicación argentinos, que estimaron la participación en unas 400.000 personas.
La presidenta argentina adjudicó el número a que el "Partido Judicial debe aparecer con 'respaldo masivo'" que "avale y dé aires de legalidad a cualquier mamarracho judicial, independientemente de lo que digan las leyes, los códigos de fondo y de forma y hasta la mismísima Constitución".
"Tanto en lo gestual como en las palabras y en lo ostensiblemente visible, el 18F fue decididamente una marcha opositora, convocada por fiscales y apoyada por jueces y todo el arco político opositor", añadió Fernández.
El pasado 18 de febrero, una multitud marchó en Buenos Aires para reclamar en silencio y bajo un aguacero el esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman, que investigaba el atentado de 1994 contra la mutualista judía AMIA y que cuatro días antes de ser hallado muerto denunció a Fernández por supuesto encubrimiento a los iraníes acusados del ataque.
La mandataria argentina había guardado silencio y no se había pronunciado sobre la marcha, pese a que varios integrantes de su Gobierno condenaron la movilización por su supuesto sesgo opositor.