La primera nave espacial de carga Progress de la serie MS, de última generación, se acopló hoy con éxito al segmento ruso de la Estación Espacial Internacional (EEI).
"El acoplamiento se ha realizado en modo automático", informó a medios rusos un portavoz del Centro de Control de Vuelos ruso.
El nuevo carguero, que sustituye a las naves de la serie M-M, lleva a la tripulación de la EEI 2,5 toneladas de carga, incluidos víveres, agua, combustible y oxígeno comprimido.
La Progress, íntegramente digitalizada, cuenta con motores de reserva en su mecanismo de acople, nuevos sistemas de telemetría, acercamiento y acoplamiento a la EEI que mejoran la seguridad de la nave durante la fase más crítica del vuelo.
Este ha sido el tercer lanzamiento de un carguero ruso desde el grave accidente sufrido en abril pasado por la Progress M-27M, que se desvió de su órbita y acabó desintegrándose en las capas más densas de la atmósfera.
Hasta entonces, el programa Progress, uno de los grandes orgullos de la industria aeroespacial rusa, había tenido un historial prácticamente inmaculado en 35 años de servicios, ya que su único accidente, en agosto de 2011, fue provocado por un fallo del cohete portador.
Los recientes problemas en el sector espacial ruso obligaron a Roscosmos a modificar su calendario de próximos lanzamientos, como fue el caso de la nave tripulada Soyuz TMA-17M, lanzada en julio con dos meses de retraso.
Cada año, Rusia envía entre tres y cuatros cargueros con suministros para la Estación Espacial Internacional, un proyecto en el que participan 16 países y que tiene un coste estimado en 100.000 millones de dólares.
La plataforma, con tripulantes a bordo de manera continuada desde 2000, tiene una masa de cerca de 450 toneladas y orbita a una distancia de entre 335 y 460 kilómetros de la Tierra, con una velocidad de unos 27.000 kilómetros por hora.