Una palabra ésta, que dependiendo del contexto en el que se pronuncie, puede ocasionarnos quebraderos de cabeza o por el contrario, puede elevarnos a las más altas cotas del pensamiento y actividad humana.
Un departamento, concejalía, despacho o concepto, cuyo significado deja indiferentes a muy pocos. Sobre todo a aquellos que, en su relación de propiedades, cuentan con terrenos, casas, negocios o bien zonas que pudieran entrar a formar parte del llamado y en ocasiones ampliamente subjetivado interés público.
Sin embargo y remitiéndonos a su etimología o significado raíz, la urbanística y por ende el urbanismo, destaca por sus líneas de pensamiento o “conjunto de principios, doctrinas y reglas que deben aplicarse, para que la edificación y su agrupamiento, lejos de comprimir, desvirtuar y corromper las facultades físicas, morales e intelectuales de hombre social, sirvan tanto para fomentar su desarrollo y vigor como para aumentar el bienestar individual, cuya suma forma la felicidad pública”, según dijera Ildefonso Cerdá.
El urbanismo aúna múltiples disciplinas y sus orígenes viene de lejos, siendo considerado Hipódamo de Mileto uno de los primeros urbanistas al elaborar la planificación de El Pireo, puerto de Atenas, hasta que en nuestra época más reciente y por iniciativa de la Universidad de Buenos Aires en 1949 a través de su Instituto superior de Urbanismo, la Organización de Naciones Unidas declarara el 8 de noviembre Día Mundial del Urbanismo, en el que se recuerda aquellas acciones en áreas urbanas, junto al conjunto de intervenciones en el territorio, destinadas al bienestar de la ciudadanía.
La gestión de recursos, infraestructuras y equipamientos, también son apartados que participan de la urbanística, al punto que es la suma de estos múltiples factores, conocimientos y voluntades, los que pueden proporcionar el fin último en su aplicación.
Si decimos voluntades, como parte integrante del organigrama funcional del urbanismo, no es de manera gratuita. Existen elementos que se nos antojan extraños al fin último y que sin embargo prevalecen frente al principal objeto ya definido.
Hoy día, la política, cuya etimología paralela viene a coincidir con la palabra que titula este artículo a través del término latino ´urbs´ - ciudad – pareciera que no tiene demasiado en cuenta los principios del Sr. Cerdá, y que más bien, al contrario, cediera terrero a intereses lejos de su finalidad.
Desde ´pelotazos inmobiliarios´ a licitaciones comisionadas, la actual fórmula urbanística parece diluirse de manera extendida entre las sucias cañerías de la desaprensión. Órgano de poder, más que de bienestar social, el Urbanismo siempre ha sido objeto de deseo dentro de las delegaciones administrativas, tanto locales como supralocales, ejercitándose a través de su materia, áreas de control y riqueza, más personal que colectiva, entre algunos de los que han venido ostentando cargos públicos en el área.
Pero no todo es así. Es más aún. También hay cargos que siendo contratados para desempeñar su función, no tienen con qué. No hay dinero. Ésa, es la recurrida excusa que ciertas delegaciones de urbanismo aducen a la hora de atajar, conservar, mantener aquella ´urbs´ o ciudad, en la que los ciudadanos ven con perplejidad cómo aquellos a quienes contratan, no tienen recursos para buscar los recursos que recurran las deficiencias monumentales que la ciudad presenta.
O sea, el pez que se muerde la cola. Se ofrece un pretendido servicio que no sirve, porque la recurrente imaginación gestora, no ve más allá de la inmediatez de unas arcas municipales, crecientemente endeudadas por la suma de factores, o lo que es lo mismo, la suma de legislaturas que, lejos de estabilizar la situación, añaden números negativos a la cuenta.
Nuestra Ciudad viene figurando en los mapas ´Michelin´ del turismo, como ente referencial de los Pueblos Blancos y a la que se ha distinguido repetidas veces desde aquél 1962, en el fue declarada Monumento Histórico Artístico, justificándose además la ampliación de la delimitación del aquél conjunto por su riqueza natural y "urbanística", hasta la recientemente declarada de interés cultural, Zambomba.
Como en los toros, antes de sacar el pañuelo que vaticina el ´aviso´, prudente es reflexionar sobre si la delegación correspondiente atiende correctamente el trabajo de quienes con su trabajo, trabajan, para quienes han trabajado y con su trabajo pagan el ´urbanismo´ que....no es urbano.
Quizá, leer detenidamente el enrevesado trabalenguas, nos lleve a descifrar el aparentemente encriptado mensaje que se puede deducir.
El creador a crear. El gestor a gestionar y buscar recursos. De ello, sí se deducirá una combinación de estética y efectividad que podría poner en el lugar que corresponde la ´urbanidad´ del urbanismo.
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"El creador a crear. El gestor a gestionar y buscar recursos. De ello, sí se deducirá una combinación de estética y efectividad que podría poner en el lugar que corresponde la ´urbanidad´ del urbanismo"
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