Nació con un lápiz debajo del brazo. Literalmente. Y, desde entonces, confiesa, “nunca me he separado de él”. El humor ha supuesto para él su mejor antídoto y fuente de inspiración para diseccionar en viñetas gráficas desde la actualidad política a las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Reírse de todo se ha convertido en el lema y sello personal del joven creador gráfico malagueño Omar Janaan. Que lo mismo narra ocho cosas que “enojan” a los mexicanos. Que imagina cómo sería el ‘Tinder’ de Cervantes o Shakespeare si vivieran hoy en día.
Estos días imparte un curso sobre la creación de historietas en el laboratorio de arte que Emmanuel Lafont ha instalado en Málaga. “No hace falta saber dibujar para aprender a crear una viñeta de humor con una historia que necesites transmitir, yo tampoco sé y llevo años haciéndolo”, bromea. Autodidacta, huye de las etiquetas pero tiene claro que la libertad es su bandera. “Lo primero que hago cuando llego a un sitio nuevo es ver de qué se ríe la gente,es un termómetro social de los problemas de cada país”, asegura.
Transgredir ciertos códigos es una de sus bazas. Los tabúes, el sexo o las situaciones escatológicas son un habitual en sus personajes deslenguados, como el Rey Rata o Soto. Como todos, este marbellí de padre sirio y madre catalana, también tiene días malos y “oxigenarse por Málaga” es su mejor remedio para un sector “solitario” que a este “culo de mal asiento” le ha llevado a México o Finlandia.
“Intento vivir o sobrevivir pero no puedo decir que la viñeta me dé de comer”, apunta. Ha colaborado con periódicos como La Opinión de Málaga o la revista digital Modernícolas, pero tiene claro que la crisis acortó voces primero en la sección de humor gráfico de las cabeceras y que a la capital le hace falta una revista, del estilo de ‘El Jueves’ o ‘La Gallina Vasca’ donde, por cierto, colabora.
Versátil
Un mundillo donde toca reinventarse, algo que le ha llevado a ilustrar en “Guiso Kings” a los grandes chefs de la cocina como Carlos Arguiñano o Pedro Subijana. Pero también a anónimos en caricaturas o viñetas en fechas clave como San Valentín. “Es un gran reto que te encarguen contar una historia íntima, donde solo ellos pueden reír las gracias”, aplaude.
Nunca se ha marcado grandes objetivos algo que, a su juicio, le ha permitido alcanzar “ciertos imposibles” como trabajar con algún autor al que idolatraba desde pequeño. Desde que Alberto Cortés viera por casualidad uno de sus trabajos y le dijera aquello de “si te gusta, no lo dejes”, Janaan ha seguido a pies juntillas el consejo del director teatral malagueño para volcar su entusiasmo en hacer de ésta su profesión. “Aunque, quien sabe, igual dentro de diez años me da por hacer guiones o películas, pero siempre con humor”, admite.
En el camino, no le ha hecho ascos a subirse al escenario, ilustrar el “Licor de Membrillo de la Abuela” o contar las aventuras y desventuras de lo que ahora son unas tiernas lonchas de jamón serrano. Quién sabe si, dentro de poco, se anima con tazas o camisetas, tan descaradas, como las que suele vestir.
Un divertido imaginario compartido con sus estudios de Filología Hispánica. Un campo, el de la docencia, al que quiere dirigir sus pasos. “Me gustaría llegar a impartir alguna asignatura sobre Literatura Gráfica, creo que es la gran olvidada en las facultades”, reivindica. Entre sus planes cercanos, editar un libro que recopile sus muchas viñetas. Ácidas. Irreverentes. En un universo donde el humor campa a sus anchas.
