Tienen entre 8 y 18 años, actúan en bandas y van armados con cualquier cosa: piedras, machetes, cuchillos, palos e incluso pistolas. Estos pequeños delincuentes, que se autodenominan "microbios", aterrorizan a los habitantes de Abiyán con su violencia extrema y su superioridad numérica.
Son chicos sin recursos que recurren a los robos y las palizas para ganarse algún dinero con el que comprar drogas baratas. No han conocido otro ambiente más allá del vivir al día.
Los "microbios" nacieron en el barrio de Abobo, en la periferia de la capital de Costa de Marfil, durante la violencia postelectoral que dejó más de 3.000 muertos y decenas de miles de desplazados tras la polémica victoria de Laurent Gbagbo, denunciada por la comunidad internacional.
Entre noviembre de 2010 y abril de 2011, Abiyán se convirtió en una ciudad dividida entre partidarios de Gbagbo y del líder opositor y verdadero vencedor de los comicios, Alassane Ouattara, que a la postre sería nombrado presidente y que fue reelegido hace unos meses.
Abobo era un barrio opositor y sus habitantes se organizaron en una milicia llamada el "comando invisible". Entre sus miembros más jóvenes había niños a los que utilizaban de centinelas o de cebo para luego emboscar a las tropas leales a Gbagbo.
Cuando el conflicto terminó, los líderes del "comando invisible" desaparecieron y muchos de los chavales, que durante meses habían aprendido a manejar armas y a moverse con soltura entre la violencia y los saqueos, fueron dejados a su suerte.
Algunos regresaron a sus casas y otros, ante la falta de alternativas, decidieron organizarse en bandas criminales juveniles.
El nombre de "microbios" es visto por muchos como una metáfora de una infección que se ha propagado sin control por toda la capital.
De Abobo se extendieron a otros barrios de la ciudad como Yopougon, Attécoubé, Adjamé, Williamsville y en incluso a la zona residencial de Cocody.
Sus víctimas, heridos y muertos, se cuentan por decenas mientras crece la indignación entre la población, que se queja de la poca eficacia de la Policía.
Desde hace meses las autoridades marfileñas han intentado, sin éxito, acabar con ellos aumentando las presencia policial en los barrios más afectados por la inseguridad, pero hasta ahora no han obtenido éxitos notables.
El punto de inflexión se produjo en agosto del año pasado, cuando una de estas bandas de "microbios" agredió y mató a machetazos a Claude Larrissa Abogny, una joven estudiante de apenas 23 años.
La historia conmocionó a la ciudad y obligó al Gobierno a poner en marcha la operación "desinfección".
Los vecinos, hartos de la falta de resultados, se han organizado en comités de autodefensa y no dudan en tomarse la justicia por su mano, a veces con igual o más violencia. Hace unos días, un presunto miembro de la banda fue linchado por una turba tras intentar robar a un conductor. Y como él, muchos otros.
Un final atroz, pero previsible, para unos chavales a los que pocos quieren dar una oportunidad para salir del círculo vicioso de delincuencia y drogas en los que están metidos desde hace años.
El Gobierno quiere crear una red de centros de rehabilitación para que los chicos tengan un sitio al que acudir y no pasen tanto tiempo en la calle, con la intención no solo de recuperar a los casos más problemáticos, sino de dar oportunidades a los que todavía tienen salvación.