Qué bueno sería conocer no solamente la adhesión sino las opiniones de “más de 30 personalidades” que, según la prensa, apoyan el diseño de Vázquez Consuegra para el “Centro de diálogo con América en las Atarazanas”. Se tendría la posibilidad de cotejar con las opiniones de algunos miembros de Adepa y las adhesiones en contra del proyecto de “Las academias sevillanas de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y la de Buenas Letras; la Real Academia de San Fernando, de ámbito nacional; la Real Academia de la Historia; Hispania Nostra, filial española de Europa Nostra; Grupo Español de Conservación, dependiente del Ministerio de Cultura, y por último, Icomos, la entidad asesora de la Unesco”.
No hacerlo estimulará la incomprensión y el desconcierto. Se perdería una vez más la posibilidad de abrir un debate y, enriquecido, ofrecerlo a los ciudadanos con el fin de que no se reduzca el problema, necesitado de razones a un simple proceso de adhesiones empáticas enfrentadas entre nombres de reconocido prestigio. La democracia actual requiere más. Hasta los políticos, al menos en las campañas electorales, se esfuerzan en demostrarlo.
El unánime e indiscutible reconocimiento del valor singular del monumento supone el compromiso de protegerlo; entonces ¿cómo es posible que se produzcan adhesiones a favor y en contra del proyecto destinado a ello? ¿Cuáles son las razones?
Para responder habría que tomar en cuenta las interrelaciones entre el todo (protección del patrimonio cultural) y al menos algunas partes: el poder público (Estado, Junta y Ayuntamiento), la propiedad del inmueble, la sociedad civil organizada o no y el arquitecto proyectista.
Los primeros tienen la responsabilidad de cumplir y de hacer cumplir las leyes así como de gobernar (gestionar) anteponiendo el bien común: ¿La Junta de Andalucía ha hecho bien en privatizar por veinte años las Atarazanas en favor de un banco? ¿Lo ha hecho por falta de recursos, por ideología o por otras razones? Si es por el primer motivo, toda la iniciativa la asumirá el banco para anteponer, como entidad privada, sus intereses. Al respecto, se ha guardado unánime silencio. La sociedad organizada ha preferido las adhesiones a las razones.
Al proyectista parece que se le adjudican vinculaciones de amistad con la Junta pero lo cierto es que ganó un concurso organizado por la Caixa y, según el jurado, debido sobre todo a su propuesta para convertir toda la planta baja de las Atarazanas en una gran lonja para iniciativas culturales y así recuperar su diálogo con el espacio público, con la ciudad. Es lo que ha mantenido en el actual proyecto, que después de la aprobación de la Consejería de Cultura cuenta con licencia de la Gerencia de Urbanismo. La sociedad civil no organizada, como en la Maestranza, guarda silencio: ¿indiferencia? ¿seriedad? ¿solemnidad? ¿sabiduría? ¿comprensión? En el estadio al silencio no le da cabida.
¡Cuán oportuno sería organizar un foro amplio y público en el que todos los sevillanos preocupados sobre este tema y por la ciudad tuviesen la posibilidad de participar, de dialogar!