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‘Reina Cristina’: El peso de la púrpura

Esta Cristina tiene de positivo su reivindicación de una mujer singular, cultivada, inquieta, sensible, intelectual y adelantada a su tiempo

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El finlandés Mika Kaurismäki, cosecha del 55, es el hermano mayor del prestigioso, entre la crítica y la cinefilia universal, Aki. Ambos comenzaron sus carreras siendo transgresores de fondo y forma, pero el que nos ocupa, realizador de esta nueva adaptación al cine -tras la de Rouben Mamoulian (1933) -, de la vida de la fascinante monarca sueca, ha derivado hacia un cine más convencional.

Y, en efecto, lo demuestra en esta película tan académica, preciosista, documentada y elaborada, como carente de intensidad y pasión, pese a los hechos relatados e históricamente contrastados. Un producto lujoso pero sin identidad propia. Impersonal hasta decir basta.

Lejos de la visión idealista de su predecesora, centrada en un inexistente romance, mixtificadora y falseada, pero llena de glamour y talento, esta Cristina tiene de positivo, ese es su mayor mérito, su reivindicación de una mujer singular, cultivada, inquieta, sensible, intelectual y adelantada a su tiempo, incluso en sus preferencias afectivo-eróticas. Incluso en su renuncia y autoexilio. Y, pese a todo ello, a quien esto firma la ha dejado bastante indiferente, cuando no directamente ajena a los, por otra parte, más que interesantes acontecimientos narrados.

Quizás sea así porque el manierismo casi pictórico de su puesta en escena, o un tratamiento erróneo del apasionante material biográfico, le resten interés y ritmo a un guión, por otra parte, algo deficiente y aturrullado.

O porque el reparto tampoco puede hacer gran cosa, especialmente en lo que se refiere a los-as secundarios-as, con sus personajes tan aparentemente intensos como vacíos de contenido. Y ello alcanza también a la protagonista, una esforzada pero insatisfactoria Malin Buska. Los mejores, para quien esto suscribe, son Sarah Gadon e Hippolyte Girardot. Patrick Bauchau lo intenta, pero compone a un más que improbable Descartes.

106 minutos de metraje. Su guión lo firma Michel Marc Bouchard. Su lujosa fotografía, Guy Dufaux. Su música, Anssi Tikanmäki. Es una coproducción entre Finlandia, Alemania, Canadá, Francia y Suecia, fechada en 2015.

Ustedes mismos-as. Con todos sus defectos, respeta la Historia, reivindica a una monarca excepcional y no ofende la inteligencia.

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