Se mire por donde se mire, Arcos es uno de los pueblos más bonitos de España, y tiene una riqueza cultural impresionante. Es el buque insignia y la puerta de entrada a la ruta de los pueblos blancos. En las postales y fotografías antiguas deslumbra el color de sus calles y la blancura de las fachadas de las casas.
Al blanco se le considera como el color absoluto, porque cuanto más puro, es más perfecto. Los añadidos al blanco, disminuyen esa perfección. El blanco transmite la mayor claridad posible. El blanco ahuyenta la oscuridad. El blanco es el color que visten los reyes y las reinas en las grandes ocasiones. La Reina Isabel de Inglaterra pronuncia sus grandes discursos ataviada siempre con un traje blanco. En España hemos visto a nuestra Reina Letizia vestida de blanco en ceremonias importantes.
El blanco es también el color de la paz y la inocencia. En las batallas, quien no quiere seguir luchando despliega una bandera blanca, que significa que está dispuesto a rendirse y dialogar. La pulcritud exterior, la bondad, la limpieza y la pureza interior están asociadas al color blanco. El Caballero blanco era el bueno, el héroe. Todo lo que consideramos higiénico suele relacionarse con el color blanco, porque sobre lo blanco se ve con facilidad cualquier mancha.
La felicidad también está representada de alguna forma con la simbología del color blanco. En algunas culturas a las aves blancas más grandes se las considera mensajeras de la felicidad; por eso se dice que a los niños los trae una cigüeña.
Los artistas son capaces de descubrir más de 60 tonalidades diferentes en el color blanco. En Arcos se aprecian todas y cada una de ellas.
Arcos aporta a quienes vivimos aquí, y a nuestros visitantes, lo que transmite su color blanco: emociones positivas, al contrario que el color negro. La blancura de Arcos es signo del confort que ofrece. Contemplando Arcos y su blancura, se deleitan los sentidos y se aclaran los pensamientos. Por eso se dice que para visitar Arcos se necesita toda una vida.
La estética visual de las fachadas tan bonitas contribuyó a que Arcos fuera declarado Conjunto Histórico Artístico hace más de medio siglo, y Bien de Interés Cultural en tiempos recientes.
Arcos guarda en su interior lo más genuino de la belleza y cultura andaluzas. Aquí vienen a asomarse gentes del mundo entero. Quizás ahora la sensibilidad por el cuidado de lo que tenemos se está perdiendo un poco, también -y principalmente- entre los gobernantes, que deberían ser los primeros guardianes de un patrimonio de valor incalculable. El color más opuesto que hay al blanco no es el negro, sino el marrón, que representa lo sucio, lo maloliente. Da pena ver fachadas en Arcos que se caen a pedazos, que pierden su encanto, que no se cuidan. Si los dueños de esas casas no pueden hacerse cargo como debieran del decoro exterior, por las circunstancias que sean, los gobernantes municipales tienen que ayudarles, buscando ayudas o subvenciones para que no se apague la blancura de Arcos. Está muy bien adecentar pequeñas calles, con gastos millonarios, pero las fachadas de Arcos, de sus casas y monumentos se merecen mucho más respeto, para que esta tierra siga siendo la antología de un Pueblo Blanco.
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