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Escrito en el metro

La revolución de los milenianos

Extraordinariamente preparados en los mejores tiempos de nuestra educación, son los dueños de este nuevo milenio

Eva y Lola hablan con preocupación del futuro de sus hijos. Reviven sus historias personales y las oportunidades que ellas tuvieron concluyendo que sus descendientes no las tendrán. Son ajenas a que una revolución está en marcha, una revolución que como tantas otras surgen desde la juventud y son incomprendidas por los mayores. Los milenianos son la primera generación que empezó a tener uso de razón en este tercer milenio y que hoy rondan la treintena de años. Extraordinariamente preparados en los mejores tiempos de nuestra educación, son los dueños de este nuevo milenio, en el que los mayores solo somos unos inquilinos en un tiempo que empieza a sernos desconocido.

Los milenianos no respetan a jefes menos formadosque ejercen la autoridad desde las más burdas formas. Están mejor preparados que los puestos que se les ofrece. Con arrojo rechazan trabajos en donde entienden que el esfuerzo no está recompensado por un salario digno, ganan menos que sus padres cuando tenían su misma edad. Aducen que no se pondrán una camiseta de una empresa que no se pone en sus zapatos, y que siendo conscientes de que un empleo para siempre se acabó no van a perder el tiempo en algo que no les hace felices. Tienen la valentía de aceptar que es mejor ser un freelance que un domesticado trabajador en una empresa cuyas exigencias están en virtud de unos beneficios económicos que no alcanzan a  disfrutar ni siquiera con unas merecidas vacaciones.

La revolución en marcha es una revolución cultural como la soñó hace medio siglo Enrique Tierno Galván, el viejo profesor, en donde el salario cultural cubría no solo las demandas básicas de alimentación, vivienda, educación y salud, sino que satisfacía aquellas necesidades elementales que enriquecen el espíritu de cada uno de los miembros de la sociedad. Lejos del consumismo alienante, el ocio lo entendía como ese espacio temporal en donde la persona crece en sus valores esenciales. Para Lola y Eva la incertidumbre solo es apaciguada por sus capacidades para darles cobijo hasta los cuarenta, o quien sabe hasta más allá, sin acertar a ver que en estos milenianoscrece la rebeldía con el ardor de los que se sienten dueños de su tiempo, un tiempo que será muy distinto.

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