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Escrito en el metro

La Cripta

Aquella melodía de Bryan que nos recordaba que hay que mirar siempre el lado brillante de la vida,

Dicen los de fuera que los malagueños sufren el mal del desapego, que le ponen siempre más cariño a lo que viene de fuera que a lo que de gran valor se posee. Que importamos lo de los demás sin prestar atención  a lo propio, declinando en la importancia de cuidarlo y valorizarlo. La Cripta del Santuario de la Victoria es uno de esos ejemplos, uno de esos lugares únicos de los que goza Málaga y que a pesar de ser tan singular se desconoce, se descuida y se desmorona.

Recluirse por un buen rato en la cripta es todo un reto. Un desafío para nuestra mente al tener que asimilar todas las alegorías sobre el final de la vida que decoran sus paredes. En un rococó intenso, tenebrista, se salpican sobre fondo negro decenas de esculturas  estucadas que rememoran el tránsito a la muerte. Es el gran teatro de un fin que pretende ser principio. Nada acaba, solo es un paso más. La savia de la vida se representa  en forma vegetal, a través de hojas, flores y frutos, inspirados enla peculiar simbología barroca, tan nuestra como incomprendida. Sin dejar de ser un espacio tétrico y recoleto no es menos admirable y seductor, ya que aviva el interés por los mensajes, de inicio directos pero que se hacen por momento más complejos y difíciles de interpretar, hasta sumergirnos en un juego de jeroglíficos sherlockianos. Esqueletos que tiran de una serpiente enrollada en el árbol de la culpa, caninas con guadañas, demonios escondidos o un hermoso cuerpo de mujer rematado en una calavera, seguro que harán meditar al visitante sobre la razón de su existencia.El mensaje imperante de aquellos frailes mínimos, que redactaron el guion de esta obra de arte única, es concluyente. En cualquiera de nuestros principios no caben distingos, en el inicio y en el final somos iguales.  Aceptar esa igualdad desde la humildad nos haría a todos más felices.

Visitar la cripta merece una pena que se tornará en alegría, porque seguro que al salir acabará silbando aquella melodía de Bryan que nos recordaba  que hay que mirar siempre el lado brillante de la vida, y que si esta te parece de verdad podrida, es que has olvidado algo, hay que reír ysonreír.

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