Todo lo que rodea a la Semana Santa se caracteriza por estar lleno de detalles que para algunos pueden pasar desapercibidos ante sus ojos, detalles que pueden ser insignificantes y que sin embargo tienen numerosas horas de trabajo a sus espaldas.
Estamos acostumbrados a ver a las Vírgenes ataviadas con sus mejores galas durante la Semana Santa, para engrandecer la Imagen de la Virgen en todo su esplendor. Pues bien, es gracias a la Cuaresma cuando la imagen de la Virgen María se muestra más cercana a los devotos, sin joyas, sin lujos, sin coronas, sin bordados.
Pocas cosas anuncian con tanta certeza la inminencia de la Semana Santa como entrar en un templo y encontrar a una imagen de la Virgen vestida de hebrea. El origen de esta manera de ataviar a nuestras vírgenes se encuentra en Sevilla, y como no se debe a la mano del genial Juan Manuel Rodríguez Ojeda que a principios del siglo XX empezó a vestirlas así.
La primera de las imágenes que fue vestida de este modo fue la Virgen de la Hiniesta de San Julián, en Sevilla, de la cual Juan Manuel era el vestidor, vestimenta que posteriormente empleo en la Esperanza Macarena, habiendo quedado Esta como icono representativo de esta singular forma de vestir a las dolorosas. La vestimenta de hebrea, pese a que puede ofrecer distintas variaciones de colores o tejidos, suele presentar normalmente un manto azul en raso, que puede ser en todos más claros, dando así un poco de más alegría, o en tonos oscuros, lo que da recogimiento y elegancia a la Dolorosa que lo porta. También en lugar del raso, se está utilizando últimamente el terciopelo, que un tejido de más calidad. Es característico también que el forro del manto sea en color blanco, por lo que al colocarlo, el doblez destaque como una franja blanca sobre la cabeza y los hombros de la Virgen. En cuanto al color de la saya, siempre se usa el rojo. Normalmente se le suele poner diademas sobre las sienes de las dolorosas.
En nuestra ciudad todas las dolorosas se visten de hebrea, pero no siempre ha sido así.
Esta moda llego hará 30 o 40 años. Yo no recuerdo que antes se vistieran así. La Soledad quizás fue la última que se sometió, digamos que a esta moda.
Lo cierto es que los distintos vestidores de nuestras hermandades se esmeran para que nuestras vírgenes luzcan aún más en estos días que son antesala de la Semana Santa.
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