Cómo diría Piqueras, las imágenes son espeluznantes. Sin alcanzar el rango de las de una guerra como la define el Ministro del interior, siembran tanta inquietud como las del aciago terrorismo. El Campo de Gibraltar está demasiado cerca, apenas a una hora, y la droga se extiende como el fuego sobre un reguero de pólvora. Planeadoras que matan a niños, linchamiento a policías, motines en hospitales, fardos de hachís acumulados en almacenes oviolentados coches de gentes tan valiente como el periodista José Palacios, son pruebas de esas escalofriantesimágenes. Todo bajo una inquietante impunidad y a un coste tan escuálido que la retención de los delincuentes dura segundos, el tiempo de poner sobre la mesa fajos de billetes de la economía criminal. Las recientes series televisivas dedicadas a los narcos son superadas por la realidad enesta tierra que siempre se sintió más malagueña que gaditana, porque la proximidaden tiempo acerca más que la del espacio. Contaba Iñaki Gabilondo hace algunos años que Girona ya había dejado de sentirse española ante el olvido centralista, y que allí se fortalecía el germen del independentismo catalán. Acertó sin duda. Aquí la indignación ante la secular dejadez de las administraciones llevó a lo largo de la historia a que algunos llegaran a cuestionarse la posibilidad de un Estado de Gibraltar que incorporase a toda la comarca, reivindicada en menor grado como novena provincia andaluza. Hoy ingredientes sobran. Durante siglos fueron pueblos de pescadores que sobrevivían gracias al estraperlo y a una economía de subsistencia basada en los recursos naturales. Elerróneo cierre de la verja, la implantación de un polo de industrias más contaminantes que productivas, y el desarrollo de un superpuerto que solo genera beneficios para todos los demás puertos del Estado sin dejar más plusvalías en el territorio, es un cóctel demasiado propicio. Los niveles de pobreza, paro y analfabetización son palpables a simple vista, como lo es el hecho de la conquista silenciosa de musulmanes que ya ocupan buena parte de los centros urbanos despoblados. Se está construyendo una tormenta perfecta. Madrid está demasiado lejos de este extremo peninsular, su preocupación solo mira hacia arriba. Pero aquí estamos demasiado cerca. A nuestro vecino le están cortando las barbas y la nuestra empieza a sentirse remojada.
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Las barbas del vecino
. El Campo de Gibraltar está demasiado cerca, apenas a una hora, y la droga se extiende como el fuego sobre un reguero de pólvora
Salvo Tierra
Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial
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Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía
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