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“En el forcejeo sacó el cuchillo del pantalón y le agarré las manos”

El acusado de apuñalar a un amigo en una pelea abajo de su casa, en San Benito, en 2017, niega que llevara un arma blanca encima

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“No sabía que iba a estar esperándome. Si pudiera dar marcha atrás en el tiempo, le aseguro que no hubiera bajado. En ningún momento imaginé que iba a morir”. Así contestaba este lunes Cristobal R. R, a las preguntas del fiscal, en su declaración ante el tribunal y el jurado popular en el juicio que acoge la Sección Octava de la Audiencia Provincial por el denominado ‘crimen de las 102 viviendas’ en alusión a la promoción de viviendas sociales de San Benito, junto a Jereyssa, en las que se produjeron los hechos en agosto de 2017.  Más concretamente en el patio comunitario, a plena luz del día y ante testigos, pues eran las doce de la mañana de un domingo tras una noche de fiesta que acabó en tragedia. Con su declaración comenzaba la vista, que fue seguida  por amigos y familiares de la víctima. Casi todos portaban camisetas con la cara de Ángel M.N. Murió con 24 años a consecuencia de las heridas propinadas por un cuchillo de 20 centímetros de hoja.

En su relato de los hechos, el procesado, cuya defensa ejerce el abogado Manuel Hortas, explicó que Ángel era amigo suyo, que vivían cerca aunque “no solían salir juntos”, pero justo esa noche del sábado “nos encontramos por casualidad”. Había estado bebiendo con su amigo Samuel -que hoy declara como testigo- en La Unión, y se fueron a un pub a ver un combate en televisión y “seguimos bebiendo y consumiendo drogas”. Allí se encontraron a Ángel “en una mesa”, que iba “con dos individuos” que no conocía, y desde ese momento “seguimos bebiendo y consumiendo juntos”. Esa noche ya tuvieron “un pequeño altercado”, según dijo ayer, pues en un momento dado “me dio un guantazo” y el portero de otro pub al que fueron acabó echando a los dos. Al final todo se quedó en un conato de pelea, “hicimos las paces” y volvieron a entrar.

Ya casi por la mañana, el acusado les dijo que les acompañara a su casa a coger droga, medio gramo de cocaína, y les invitó a que subieran con él. Allí estaba su padre, que acabó enfadándose y yéndose, según su versión ante el juez, tras recriminar a su hijo que “dónde iba con tanta gente”. Fue a partir de ahí cuando el fallecido le reprochó a Cristóbal que le “hablara mal” al padre. “Le dije que se relajara, que mi padre se había marchado voluntariamente, y se puso agresivo y se marchó por las escaleras”.

A continuación salieron de la casa él, con su amigo Samuel y los otros dos jóvenes, pero ya en el descansillo se volvió “a coger el medio grado de cocaína”, pues asegura que con la discusión “se le había olvidado”, negando a la acusación particular, que ejerce Inmaculada Gilabert, que regresara a su domicilio para coger un cuchillo. “Yo nunca cogí un cuchillo; nunca llevo navajas, ni Samuel tampoco”, reiteró. Cuando bajó, Ángel le estaba esperando “desafiante” en el patio comunitario, donde había más gente.  “Me dio un puñetazo en la boca y me agarró al cuello y me dio un golpe en la cara. Caímos los dos al suelo y en el forcejeo veo como saca algo del pantalón, un cuchillo, y yo lo único que hago es agarrarle las manos y desplazo el cuchillo. No intento apuñalarlo, sino desplazarlo de mí. Cuando me lo quitaron de lo alto (por la víctima) vi que estaba sangrando”.

Lo siguiente que hizo, fue “gritar y pedir ayuda” porque “estaba sangrando” y se quitó la camiseta “para ponérsela en la hemorragia y mantenerlo sereno hasta que llegara la ambulancia”. “Estaba en shock y lo que intentaba era ayudar, podría haberme ido o limpiar el cuchillo”. Un cuchillo que colocó en la mano del fallecido después de ir a buscar “a un buzón de un bloque” donde lo escondieron, en un gesto que fue grabado por un móvil y que se difundió entre los vecinos. ¿Por qué lo hizo? ”Lo coloqué en su mano porque el cuchillo lo llevaba él”, contestó. La vista se retoma hoy con la declaración de los primeros testigos. 

“¡Además de asesino, mentiroso!”

Entre el público en la vista se encontraban la madre del fallecido y del propio acusado, además de amigos de la víctima. La tensión se hizo evidente especialmente al final, cuando la Policía se llevó al acusado. “Además de asesino, mentiroso, a ver si te pudres en la cárcel”, le gritaron con lágrimas en los ojos. Le piden 20 años de cárcel por asesinato.  

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