Andrés Alcántara con tesón lleva ejerciendo cuatro décadas de ecologista comprometido. Hace gala de la entropía como punto focal para solucionar los graves problemas ambientales que azotan nuestro planeta, nuestros mares y bosques, y en especial nuestras ciudades. La segunda ley de la termodinámica es contundente, el Universo tiende al desorden y por extensión lo hacen también nuestros pequeños mundos. La vida surgió como rebeldía para demostrar que había excepciones a tan poderosa regla, era buscar el orden a través de complejos mecanismos celulares. Al grado de desorden de un sistema lo conocemos como entropía y en este momento esa referencia alcanza valores inusitados en nuestra excepcional biosfera.Si la vida del planeta ocupase un solo día, nuestra especie llevaría sólo dos segundos sobre él, y en ese escueto tiempo, poco más que el de un suspiro terráqueo, estamos logrando todos los records destructivos posibles.
Borja me cuenta que con cierto gozo la prensa británica se ha hecho eco de los resultados de un estudio del Instituto Tecnológico de Zúrich. En él se analiza la evolución climática de 520 ciudades de todo el mundo para los próximos 30 años, y para hacer más fácil comprensión de lo resultados a cada una se le homologa aquella que tiene en la actualidad un clima similar al que tendrán en el futuro. Así, el clima de Londres para el 2050 será como el actual de Barcelona y el de Madrid como el de Marrakech. Me pregunta entonces cómo será el de Málaga. La respuesta resulta tan difícil como agria. Lo más similar que se me ocurre es Orán o Trípoli, pero lo peor es imaginar cómo cambiará nuestro entorno. En el Parnaso de la Entropía de mi amigo Andrés los poetas del medio ambiente buscan soluciones en la naturaleza para frenar la cada vez mayor desorganización de nuestro ecosistema.La crisis climática parece haberse crispado ante la estupidez de tantos humanos que piensan que esto no va con ellos. Los poetas del Parnaso del futuro versarán con nostalgia la Arcadia del presente.