Tras once días consecutivos de protestas en todo el Líbano que han causado cortes en carreteras y el cierre de instituciones y comercios, ahora el país podría enfrentarse a un problema de desabastecimiento de productos alimentarios básicos como la harina.
Hoy, el sindicato de productores de harina libanés advirtió de que sus reservas podrían agotarse "en unos veinte días", puesto que los camiones que transportan trigo y otros productos no pueden circular por las principales carreteras y calles, cerradas con barricadas por los manifestantes desde el inicio de las protestas.
De la misma forma, algunos comercios, instituciones públicas, escuelas y universidades, así como las sucursales bancarias, están clausurados desde el 18 de octubre, cuando empezó la llamada "revolución del WhatsApp", tras la aprobación de una tasa sobre las llamadas de voz por aplicaciones de mensajería en internet.
Además, este domingo el fiscal general, Ghassan Oueidat, prohibió la salida de grandes cantidades de billetes de dólar del país como "medida temporal y extraodinaria" para mitigar los problemas de liquidez en el Líbano.
Mientras tanto, miles de personas agarradas de las manos formaron una cadena humana de norte a sur del país que, en el undécimo día de protestas consecutivo, pasó por las principales ciudades como la capital Beirut, Trípoli (norte) o Sidon (sur).
Por su parte, el patriarca maronita de la Iglesia libanesa, Bechara Rai, instó hoy a las autoridades del país a no ignorar las reivindicaciones del pueblo.
“No hay que despreciar a los manifestantes pacíficos y civilizados. No hay que ignorar sus reivindicaciones. Hay que cumplir las promesas para no perder definitivamente su confianza”, dijo el prelado en su sermón dominical.
Dirigiéndose a los manifestantes, el patriarca les advirtió de “no caer en la trampa de aquellos que quieren dividirlos de modo partidario y confesional”.
Las protestas continúan pese al anuncio del Gobierno de un paquete de reformas económicas, pero los manifestantes exigen el cese de todo el Ejecutivo, así como del presidente del país, Michel Aoun, del primer ministro, Saad Hariri, y del Parlamento, una situación que forzaría la celebración de elecciones.
Los manifestantes protestan contra la corrupción y piden la dimisión de la clase dirigente, que veintinueve años después del término de la guerra (1975-1990) no ha conseguido que la población tenga veinticuatro horas de electricidad y no haya que racionar el agua.
El Líbano tiene una deuda de alrededor de 86.000 millones de dólares de deuda, alrededor del 150 % del producto interior bruto, y su deuda soberana no alcanza ni el nivel de "bono basura".
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Miles de libaneses forman una cadena humana en el 11º día de protestas
Líbano, ante el riesgo de desabastecimiento de productos básicos como harina
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