Llevamos cinco días de confinamiento, un pentamerón impensable e inusitado, de vivencias novedosas desde nuestros microhábitats. Bocaccio en su Decamerón, por encima de las anécdotas eróticas de los cuentos relatados durante diez días por sus diez personajes, describe el origen de un cambio social tras una pandemia que asolaba Europa. Con una técnica numerológica y simbólica excelente, nos conduce desde la decadencia hasta un renacimiento con nuevas virtudes sociales. Hoy coincidimos, como entonces, que nada será igual después, que habrá un renacimiento social que esperemos se haga desde la cordura y la solidaridad.
Hace solo unos meses leí un informe de megatendencias globales. Una de claves más llamativas era que el preocupante crecimiento demográfico mundial encontraría en pocos años una brusca disminución. La razón que apuntaban era la aparición de dos pandemias que asolarían buena parte de la población en Asia y Latinoamérica. Se alejaron del centro de la diana, Europa. Hoy hemos sabido que hay consenso científico en que no se trata de un virus de diseño para atacar al viejo continente o la creciente China. Ya no valen las hipótesis conspiranoicas. Parece que es uno de esos factores de selección natural que a lo largo de la historia de la humanidad se han sucedido para darnos lecciones de humildad. Nuestra dominación del planeta la hacemos con el permiso controlado de la Naturaleza y en especial de sus comandos invisibles.
Mientras tanto en este primer pentamerón, de los tres decretados, la responsabilidad ciudadana ha sido intachable, tan solo rota en algunos momentos por tertulias televisivas en donde ganar un minuto de gloria era más importante que clamar a la calma, por políticos que huyen del consenso esperando a que ocurra lo peor para hacer caja electoral con los ignorantes, por desalmados para los que las redes sociales son una forma de sentirse importantes a golpes de likes o por los que contaminan los merecidos aplausos de homenaje lanzando consignas retrogradas. Bocaccio lo dejaba escrito: Y dejando ya a cada cual decir y creer como les parezca, es tiempo de poner fin a las palabras, dando las gracias humildemente a aquellos que tras una tan larga fatiga con su ayuda nos han conducido al deseado fin.