Tras su exitosa gestión de la pandemia de COVID-19, sin ningún muerto y sin contagios locales desde hace más de 40 días, Vietnam encara la recuperación económica con el objetivo de reforzar su posición de alternativa a China para inversores internacionales.
Hace unos días se hizo público que Apple había trasladado su producción de auriculares inalámbricos AirPod Pro de China a Vietnam, un movimiento que sigue una tendencia apuntada desde el estallido de la guerra comercial entre Pekín y Washington y que la crisis desatada por el coronavirus parece acelerar.
"Las empresas están pensando en rediseñar sus cadenas de suministro y trasladar sus fábricas a otros países del Sudeste Asiático, especialmente Vietnam, que se muestra como un destino atractivo tanto para inversores como para fábricas", explica a Efe Reza Akhbari, profesor experto en cadenas de suministro de la Universidad RMIT de Ho Chi Minh.
Además de Apple, Akhbari menciona los ejemplos de Adidas, Samsung, Google, Microsoft o la empresa de muebles Lovesac, que en los últimos meses han desplazado parte de su producción de China a Vietnam, un país con 96 millones de habitantes que en 30 años ha multiplicado por diez su Producto Interior Bruto (PIB).
ÉXITO CONTRA LA PANDEMIA
Otra de las claves que según Akbari anima a invertir en Vietnam es su éxito en la lucha contra la pandemia, con 327 casos hasta el momento y ningún muerto, y su preparación para afrontar un posible rebrote.
Aunque las fronteras siguen cerradas, el país ha recuperado su actividad habitual: los niños han vuelto al colegio, los comercios, bares y restaurantes han reabierto y las aerolíneas van recuperando la frecuencia habitual en los vuelos domésticos.
Vingroup, el mayor conglomerado industrial del país, asegura que puede producir hasta 55.000 respiradores al mes, mientras que la industria textil es capaz de fabricar 7 millones de mascarillas de tela y 5,7 millones de mascarillas quirúrgicas desechables al día.
"Toda esa preparación puede tranquilizar a los inversores, el país sigue siendo precavido y está dispuesto para afrontar cualquier desafío", dice Akbari.
En un reciente discurso recogido por la prensa local, el ministro de Inversión y Planificación, Nguyen Chi Dung, se mostraba confiado en que la buena gestión de la crisis sanitaria sirva para atraer a nuevos inversores y refuerce la posición global de Vietnam.
ECONOMÍA RESENTIDA
El país indochino alcanzó un crecimiento económico del 7 por ciento en 2019, en la línea de los últimos años, pero su economía se está viendo resentida desde el principio de la epidemia por sus fuertes vínculos económicos con China, su primer socio comercial, y por la dependencia de la industria vietnamita de piezas y materiales provenientes de su vecino del norte.
"Sectores como la industria del calzado, del textil, de la electrónica, el sector de la construcción y también muchos servicios dependen en gran medida de materiales importados de China. El valor de las importaciones chinas en Vietnam bajó de 22.300 millones de dólares en diciembre de 2019 a 18.600 millones de dólares en enero de 2020, un 14 por ciento", señala Akbari.
Esa cifra cuando la epidemia daba sus primeros pasos fuera de China (llegó a Vietnam el 23 de enero) anticipaba unos meses duros para Vietnam, que pese a contener al virus, no ha podido evitar las dolorosas consecuencias económicas del cierre de fronteras y de la paralización temporal de la economía, que apenas ha crecido un 3,8 por ciento en el primer trimestre, tres puntos menos que hace un año.
Un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calculaba que 10 millones de trabajadores perderán su empleo o verán reducidos sus ingresos en el segundo trimestre del año mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) rebajó del 6,5 al 2,7 por ciento la previsión de crecimiento para este año.
Los datos no parecen minar el ánimo del gobierno comunista de Hanói, que en medio del riesgo de recesión global se ha marcado el objetivo de superar el cinco por ciento, apenas dos puntos menos que el 6,8 por ciento que se había fijado antes del estallido de la pandemia, en consonancia con las cifras de los últimos años.
"No debemos permitir que la economía crezca a un ritmo lento. Solo el crecimiento puede crear empleo, reducir la pobreza y garantizar la seguridad social", aseguró a principios de mes el primer ministro, Nguyen Xuan Phuc.
Para lograrlo anunció esta semana recortes de impuestos del 30 por ciento para las pequeñas empresas (con menos de 100 empleados y 2,15 millones de dólares de ingresos anuales), lo que supondrá 679 millones de dólares menos en las arcas del Estado.
Esta medida, que beneficiará al 93 por ciento de los 760.000 negocios del país, se suma a otros paquetes de alivio presentados en los últimos meses, en especial un plan de apoyo a los necesitados por valor de 2.500 millones de dólares y un paquete de créditos de 10.800 millones de dólares para estimular la economía.
Uno de los sectores más dañados es el del turismo, que con las fronteras cerradas intenta sobrevivir con una campaña de promoción dirigida a los vietnamitas y planea aprovechar su vitola de país sin muertos por coronavirus para atraer a turistas foráneos cuando vuelva a ser posible.
Pese a las dificultades, Akbari coincide con otros analistas en que Vietnam es de los países mejor situados para relanzar su economía y cita un reciente informe del Banco Asiático de Desarrollo, que lo coloca como el país con mayor crecimiento en la región con un pronóstico de avance del 6,8 por ciento para 2021.
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Vietnam intenta pasar del éxito sanitario al económico tras la Covid
Encara la recuperación económica con el objetivo de reforzar su posición de alternativa a China para inversores internacionales
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