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Málaga

Juan Naranjo: "Somos supervivientes de los distintos tipos de violencia que recibimos”

El profesor, escritor y 'Booktuber' de Torremolinos, Juan Naranjo (Juanito Libritos), acaba de publicar 'Mariquita', su primer libro

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  • Juan posa junto a ‘Mariquita’, su primer libro, escrito en forma de novela ilustrada. -
  • "Tenemos que seguir trabajando para que todo el mundo entienda que no sólo hay una forma de vivir, de ser o de amar", explica
  • Criado en Torremolinos, afirma que para que "se convirtiese en referente real de la comunidad LGTBI, en mi opinión, tuvieron que pasar años"

Lo conocimos hace más de tres años, cuando su particular manera de enseñar Historia a sus alumnos de un instituto de Mijas, nos llamó la atención sobre una manera más divertida de enseñar una materia que no a todos gusta. Desde entonces, el canal de YouTube de Juanito Libritos, como se le conoce en el mundo de Internet y las redes sociales al torremolinense Juan Naranjo, no han dejado de crecer. Ahora, da un salto más y publica su primera novela, ‘Mariquita’, su primera novela ilustrada. En esta historia autobiográfica sobre la homofobia, Juan hace un recorrido por sus vivencias en el colegio, instituto y universidad, relatando cómo es no encajar y sentirse diferente al resto solo por mostrar cómo uno es. Un centenar de páginas que invitan a la risa o al llanto a partes iguales.

Los traumas, el sentirnos marginados, el bullying… ¿Nos hacen más fuertes o es una mentira que nos hacen creer? 

Los adultos LGTBI somos supervivientes de los distintos tipos de violencia que recibimos durante nuestra infancia y adolescencia. Si somos fuertes y resilientes no es gracias al acoso LGTBIfóbico que hemos recibido, sino a pesar de él. La hostilidad que muchos hemos presenciado y recibido por ser quienes somos es algo que deja cicatrices con las que tendremos que cargar para siempre. El mensaje de “el bullying nos hace más fuerte” me parece un terrible error, ya que lo romantiza y, de alguna forma, lo legitima. Las personas, sean como sean, tienen derecho a crecer sin ser víctimas de burlas, hostilidad o agresividad; las personas tienen derecho a encontrar su propia fortaleza sin tener que sobrevivir a la hostilidad de su entorno. 

El libro está ilustrado por ti y a primera vista podría parecer un libro infantil. ¿Es un homenaje al Juanito niño?

- Yo escribo desde era pequeño y, en mi cabeza, 'Mariquita' siempre había sido una novela autobiográfica con una estructura tradicional. Cuando empecé a escribirla me di cuenta de que algunos capítulos eran demasiado oscuros y dolorosos, y que necesitaban algún tipo de complemento o alivio para hacerlos más soportables o llevaderos. Es ahí donde nació la idea de convertir 'Mariquita' en una novela gráfica o álbum ilustrado o cómic o como se le quiere llamar. Creo que mis dibujos, tan sencillos y con una apariencia tan naïf, sirven para ilustrar ideas, situaciones y sentimientos, y que contribuyen a la imagen de trabajo artesanal, sincero y en primera persona que quería transmitir en el libro. Me gusta que el libro parezca un cuaderno o un diario, que esté lleno de imperfecciones y que parezca un manuscrito que cuenta una historia en directo y en primera persona. Me gusta que parezca un documento que ha pasado del autor al lector sin demasiadas modificaciones editoriales. 

¿Cómo de diferente hubiese sido la vida de Juan en la adolescencia con el empoderamiento que tiene hoy en día?

- Yo soy de 1983. Como cuento en el libro, durante mi infancia y adolescencia, apenas había referentes LGTBI en los medios de comunicación o en el cine. La única presencia de las personas LGTBI en la conversación general era para hacernos protagonistas de chistes de mariquitas, para identificar nuestra identidad con un insulto o para retratarnos como enfermos y víctimas. Conforme creces y vas descubriendo que tú perteneces a ese grupo de personas de la que tan mal se habla en todos sitios es como chocarte contra un muro, y la primera reacción es negarte a ti mismo, intentar huir de esa imagen y convencerte de que tú no eres como esa gente de la que se ríen por la calle o en la tv. 

No sólo eso, incluso legalmente éramos ciudadanos de segunda: cuando el matrimonio igualitario se aprobó yo ya estaba en cuarto de carrera. 

No puede haber empoderamiento sin dignidad, y no puede haber dignidad sin una igualdad legal que empuje a la igualdad social. Tenemos que seguir trabajando (desde la escuela, los medios, la familia…) para que todo el mundo entienda que no sólo hay una forma de vivir, de ser o de amar, y que todas son igual de válidas y respetables. Hasta que no consigamos eso seguirá habiendo niños y niñas que crecerán sintiéndose marginados. 

Eres de Torremolinos, cuna de los derechos LGTBI, y, sin embargo, nada de lo que relatas en ‘Mariquita’ va por ese camino. Sufriste bullying por ser cómo eres y trataste de esconderte en muchas ocasiones. ¿Ha cambiado, en ese respecto, Torremolinos?

Que muy cerca de mi barrio hubiese una zona de ocio nocturno con muchos bares de ambiente no tenía la menor trascendencia en mi infancia o adolescencia ni, creo, en la de los otros torremolinenses LGTBI de mi generación. Una cosa es lo que sucediese los sábados por la noche en la Nogalera y otra cosa la que se vivía en el resto del pueblo durante los siete días de la semana. Para que Torremolinos se convirtiese en un referente real de la comunidad LGTBI, en mi opinión, tuvieron que pasar años y que esa diversidad que se apreciaba en las discotecas y bares de copas trascendiese del mundo de la noche y se introdujese en el tejido social, económico y cultural de este pueblo. 

Afortunadamente creo que se ha avanzado muchísimo en este asunto y que ahora mismo en el pueblo hay una oferta enorme de actos culturales y de negocios que han asentado y hecho mucho más cotidiana la vida LGTBI fuera del mundo de la noche. Es maravilloso vivir en un pueblo en el que hay un montón de negocios (restaurantes, hoteles…) que celebran la diversidad y que están dirigidos por gente abiertamente LGTBI que no tiene miedo a mostrarse tal como son y dirigirse a todo el público general, pero también al público LGTBI en particular. En el pueblo se proyecta cine LGTBI, hay exposiciones de arte LGTBI y cada vez se apuesta más por este sector turístico, al que ya hay mucho más que ofrecerle más allá de la playa y las discotecas. Pero, si lo piensas, sólo llevamos desde 2014 celebrando el Orgullo de Torremolinos. Desde 2014. 

A ti te salvaron los libros. ¿Qué autores o libros le recomendarías a una persona que esté sufriendo homofobia?

Los libros fueron para mí, desde muy pequeño, un auténtico refugio. Desgraciadamente, en aquella época las personas LGTBI eran prácticamente invisibles en la literatura a la que yo podía tener acceso, por lo que no tenía apenas espejos en los que mirarme. Afortunadamente hoy en día el mundo de la literatura, también la juvenil, es mucho más diverso y da cabida a la diversidad que vivimos en las calles. Creo que, por ejemplo, 'El bebé verde' (Roberta Marrero: Lunwerg, 2016) es un libro excelente para comprender el viaje de las personas trans. Últimamente me ha gustado muchísimo 'Género queer' (Maia Kobabe: Astronave Editorial, 2020) porque en él he aprendido sobre las vivencias de las personas no binarias. Para conocer más sobre la invisibilización de las mujeres lesbianas en la historia, recomiendo los dos libros de la malagueña Cristina Domenech que con 'Señoras que se empotraron hace mucho' (Plan B, 2019) consiguió la hazaña de convertir en superventas un libro sobre mujeres lesbianas y bisexuales olvidadas de la historia. Para conocer historias sobre homofobia, algunos de mis libros favoritos son 'Para acabar con Eddy Bellegueuelle' de Édouard Louis (Salamandra, 2015), 'El amor del revés' de Luisgé Martín (Anagrama, 2016) o 'El hijo del legionario' de Aitor Sarabia (Editorial Fulgencio Pimentel, 2011). 

Eres profesor de Secundaria, ¿tratas el tema de la homofobia en clase? ¿Te preguntan tus alumnos sobre algún asunto LGTBI?

- Hay momentos para todo, claro. No es un tema que trate durante una clase sobre la Guerra de Sucesión, pero sí un tema que tratamos en los centros en las horas de tutoría, en las clases de Educación para la Ciudadanía o en las de Valores Éticos. Además, regularmente tenemos charlas con personas externas con las que tratamos de concienciar sobre este tema. También celebramos algunas fechas señaladas del calendario en las que se puede trabajar la LGTBIfobia. Lo hacemos porque así lo recoge la legislación educativa, igual que se nos pide que trabajemos contra el machismo o el racismo. Es un derecho de todo el alumnado y una obligación por parte del profesorado. Y, además, trabajar por el respeto a la diversidad es beneficioso para todo el alumnado, no solo para el alumnado LGTBI. Es otra forma más que tenemos en la escuela de tratar de hacer del mundo un lugar un poco mejor y más habitable para todos y todas. 

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