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Torremolinos

El gran ?Carrete? de Torremolinos

Torremolinos no es sólo turismo, fiesta, deportes, playa y sol. Es también arte, cultura, crisol de civilizaciones. En estas crónicas, Jesús Antonio San Martín, desarrolla lo más representativo del ayer y el hoy de Torremolinos.

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José Losada, Carrete, nuestro grande e internacional Carrete de Torremolinos, el rey de los "zapateaos", que lleva en su sangre y en sus pies y en todo el cuerpo la gracia flamenca del movimiento que hace enmudecer a las mismas guitarras que acompasan su baile; Carrete, de churumbel Carretillo, el hijo de La Carreta, madre donde las haya que con garra y coraje inculcó en su retoño el arte más puro que inmortalizar pudieran poetas como Lorca; Carrete, Carretillo, curtido por las muchas penalidades que le deparó su infancia, que se buscaba la vida por las tabernas y le cogieron todas las hambres del mundo, y que a pesar de ello se consideraba privilegiado; Carrete, nuestro gran Carrete de Torremolinos, "se pone las botas, pisa el escenario y ya no sabe quién es, y hace una cosa que le ha dado Dios y lo hace con mucho amor". Tal es su definición del arte que le hierve dentro.
Con las más encumbradas figuras del flamenco ha bailado nuestro Carrete: Antonio el Bailarín, Gades, Los Vargas, La Chunga, la Repompa… Y bailó, como él mismo se expresa, "pa' reyes, pa' príncipes y pa' condes". Los príncipes don Juan Carlos y doña Sofía le aplaudieron en sus años y también los reyes de Noruega. Aún lleva "en el fondo del arma" el animador saludo de don Juan Carlos, que lo llamó, le dio la mano efusivamente y le dijo: "Muy bien, chavalito, lo has hecho muy bien".
José Losada, Carrete, nació allá por el año 41 en Antequera. Podemos decir con toda propiedad que, en su caso, "salió el sol por Antequera". De su madre "la Carreta" hereda el sobrenombre artístico que tanta admiración y aplausos cosecha. Con tan solo seis años comenzó, de la mano de renombrados artistas, a recorrer las tablas con lo único que sabía hacer, y muy bien hecho: bailar. Es que Carrete nació bailando y con seis años iba ya camino de ser maestro. Y no digamos con diez, siendo la estrella del famoso tablao El Refugio. Por un tiempo estuvo internado en el Hogar de la Misericordia de Málaga, ya que los tiempos eran duros de pelar. Su pobre niñez jamás le impidió admirar incondicionalmente al gran bailarín americano Fred Astaire. Aquel inquieto Carretillo que supo forjarse cándidas ilusiones, también supo calzarse con aplomo los trepidantes zapatos del gran artista de la pantalla.
Por los años cincuenta se vino a Torremolinos. El hotel El Remo, la sala de fiestas El Mañana, donde hoy se levanta el edificio Entreplazas, y la famosa bodega malagueña El Pimpi le fueron pilas de bautismo en esta bendita tierra. Paralelamente actuaba en las más importantes salas, como la Gran Taberna Gitana, de Antonio Rojas. En 1966 el tablao torremolinense El Jaleo tiene el privilegio de acoger su arte, de la mano de la sin par María Guardia Gómez, Mariquilla. Aquí coincide con algunos de los mejores bailaores y guitarristas del mundo del flamenco: El Güito, Mario Maya, Manolete, Camarón, Paco de Lucía… También se da las palmas con ese monstruo universal de la gracia cantaora y el humor "diodenal" que es Chiquito de la Calzá.
Entre los años 1969 y 1973 actúa cada noche en la desaparecida Sala de Fiestas "La Cueva de la Alhambra" de Torremolinos, en pareja con Carmen Caracuel. Posteriormente recorre durante dos años los principales tablaos madrileños, entre ellos el Villa Rosa, donde trabó amistad con Antonio el Bailarín, Antonio Gades y Farruco, entre muchos otros virtuosos del tablao. Sin dejar de actuar en España, Carrete pasea también su arte allende las fronteras, especialmente por Marruecos, donde cuenta con muchos admiradores. Hasta la distante y helada Finlandia se encendió con los "zapateaos" de nuestro singular artista. Tras regentar durante tres años su propio tablao, el Rincón Flamenco de Pepe Carrete, opta por actuar nuevamente en el antiguo tablao El Jaleo, rebautizado como Tablao de Pepe López, allá por 1983. De entonces a nuestros días, legión han sido las salas españolas que han solicitado su animadora presencia, de cada una de las cuales guarda su paquete de éxitos.
En la actualidad, al tiempo que, junto a la bailaora Trini Santiago, alegra las horas nocturnas en el tablao Los Tarantos de Playamar, Carrete imparte clases de baile flamenco en el municipio que tan cariñosamente le acogió y donde echó raíces profundas: Torremolinos. Más de cien alumnas son hoy la herencia de ese arte de sus entrañas que jamás apagará su antorcha. Digno de admirar y aplaudir es su espectáculo "Yo no sé la edá que tengo", producido por la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, que escenifica la vida de nuestro genial bailaor. Estrenado el evento con gran éxito el siete del siete del dos mil siete en Málaga, se representa ahora en Sevilla.
Firme en su atalaya de Torremolinos, al son de sus "zapateaos" vuélvense locos palmeros y guitarristas. Torremolinos baila al compás de su corazón. De éste que ya es su pueblo dice: "Aquí soy un dios. Me conoce tóa la gente… Yo estoy muy orgulloso de Torremolinos". Y es que en Torremolinos "to' er mundo" quiere a Carrete.

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