Los principios hay que ponerlos en el presupuesto

Publicado: 17/05/2020
Autor

Fernando Pérez Monguió

Presentador de 'Acento Andaluz' en 7 Televisión y jefe de informativos de la Cadena SER Andalucía

Acento andaluz

Fernando Pérez Monguió analiza en este espacio la actualidad andaluza, con fibra progresista y corazón social

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Ahora que los aplausos de las ocho de la tarde no suenan con la misma fuerza que en las primeras semanas de confinamiento; ahora que en algunos balcones...
Ahora que los aplausos de las ocho de la tarde no suenan con la misma fuerza que en las primeras semanas de confinamiento; ahora que en algunos balcones o terrazas han desaparecido los carteles en los que ciudadanos imploraban una sanidad pública cien por cien; ahora que los gestos con los profesionales sanitarios no se suceden con tanta asiduidad; ahora que no nos escandalizamos tanto por el alto porcentaje de médicos, enfermeros, auxiliares, técnicos, celadores y demás trabajadores hospitalarios contagiados del maldito virus; ahora que su labor encomiable empieza a desaparecer del reconocimiento de los editoriales periodísticos y tribunas de opinión, y ahora, en definitiva, que comenzamos a perder memoria porque lo peor pensamos que ha pasado, yo pediría grabar a fuego la sentencia que el doctor, investigador e Hijo Predilecto de Andalucía, Guillermo Antiñolo, lanzó el pasado miércoles en la apertura de la Comisión para la Recuperación Económica de la ciudad de Sevilla: “Los principios hay que ponerlos en el presupuesto”.


Ahora que llegan mensajes equivocados de si Murcia reduce su presupuesto sanitario; ahora que denuncian que algunas prestaciones son desviadas a hospitales privados en Andalucía; ahora que ya nadie habla de reconocer con un plus salarial a los sanitarios que nos han salvado la vida poniendo en peligro las suyas; ahora que comienza a perderse la oportunidad de equiparar al personal de batas blancas y verdes con la media del país; ahora que nadie pone encima de la mesa un Mir extraordinario para cubrir vacantes en demasiadas especialidades; ahora que el foco de la atención está en otros intereses económicos y laborales, y ahora que, en definitiva, la vida comienza a recobrar sus prismas individuales y egoístas, bien haríamos en defender el mayor tesoro que tiene la sociedad andaluza: su sanidad pública, de calidad y universal. Con sus defectos y carencias, pero nuestro mejor patrimonio, sin duda, junto con la educación pública.


Por ello, igual que asisto con preocupación a la excesiva relajación de miles de ciudadanos sobre las medidas de protección social, me da pánico pensar que olvidemos tan fácilmente lo que nos han dado y lo que han dejado en el camino los profesionales sanitarios. Pensaba que nadie dudaría, después del ejemplo dado, de la necesidad de no volver a recortar derechos del Estado de Bienestar y dotar de recursos suficientes a la sanidad pública. Sin embargo, comienzo a percibir actitudes y desplantes que me invitan a pensar lo peor: que tendremos que seguir luchando nuevamente y día a día por defender nuestro formidable tesoro sanitario.

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