El Festival Internacional de Jazz en la Costa de Almuñécar ha mantenido en esta edición un nivel de asistencia muy alto, rozando el 100 % de localidades vendidas, ya que tan solo ha quedado un puñado de entradas por vender para una noche del Programa Central. Todos los abonos se agotaron, así como las entradas para cinco de los seis conciertos. La organización tuvo que ampliar aforo para los conciertos más demandados los de Mulatu Astake, Kenny Garrett y José James, atrayendo a un público más joven para la sesión inaugural de Mkaya McCraaven, lo que garantiza el recambio generacional.
Por su parte, los trasnoches de jazz con el grupo granadino Costa Jazz Quartet, han batido también récord de asistencia e interés por parte de sus espectadores, valorando el buen trabajo de los músicos granadinos, que han tenido invitados distintos en cada actuación, en algunos casos hasta los propios artistas del programa central, que después de actuar han realizado Jam Sesions con ellos.
Broche cierre
El cantante de ascendencia panameña José James roza ya al gran público. Le vimos muy comedido, invitado por el monstruo McCoy Tyner, y luego más suelto pero ajustado a legado estrenando en Granada su disco dedicado a Billie Holiday. También hace cuatro años en el festival sexitano convertido ya en una rutilante estrella para todos los públicos. Y si en algo coincide público y crítica sobre James es que no encaja en ninguna clasificación (¡o en todas!), es un artista que va por muy libre, y así, ahora, el cantante de Minneapolis vino dispuesto a ocupar un espacio sonoro muy actual, si buen cuando posa para las fotos recuerda al Dylan de la época ácida.
A quien recordará la estremecedora recreación de “Strange Fruit” acumulando capas de voz para “autoacompañarse” en una presentación coral cargada de dramatismo, le habrá costado reconocer al renacido James, lejos de su cálida y templada voz de barítono-soul y completamente arrebatado por el calambre hip hop. A diferencia de su anterior concierto en Almuñécar la mayor parte del de clausura estuvo ocupado por sus facetas menos cantables: rap, spoken world, autocraches, algo de beatbox, menos soul que en otras ocasiones y nada de funk ni otros bailables. Una presentación asombrosa por sus facultades técnicas en esos estilos contemporáneos, con la complicidad del pianista japonés Big Yiki (ligado Q-Tip y BIlal). Su garganta ejerció el magisterio absoluto en estos terrenos, y para los menos avezados regaló dos piezas sedosas como ‘Come To My Door’ y el ‘Just The Two Of Us’, un clásico de Bill Withers, su máximo referente (hasta ahora), y con el que también cerró hace cuatro años su actuación en este festival, eso sí en un tono muy diferente. James es un impredecible camaleón.
La organización, que recae en la Diputación de Granada y el Ayuntamiento de Almuñécar, cifra en un 98% la ocupación del aforo disponible, siendo varios los miles de personas los que han pasado por los conciertos del programa central y actividades paralelas. El Ayuntamiento estableció por primera vez el día del “Shopping Jazz”, con diversas actuaciones en la calle y música Jazz sonando en las tiendas de la ciudad. De los festivales públicos de la provincia de Granada, Jazz en la Costa de Almuñécar es uno de los certámenes más rentables en su relación presupuesto por número de asistentes.
El festival de Jazz sexitano es un ejemplo de que la cultura también puede generar riqueza y empleo. Con prácticamente todos los hoteles de Almuñécar llenos, más del 75% del público que asiste al Festival procede de fuera de la provincia de Granada, y buena parte incluso de fuera del país, e inyecta una importante cantidad económica a la ciudad, que se calculó en un millón de euros de rentabilidad.
El director del Festival Internacional de Jazz en la Costa de Almuñécar , Jesús Villalba, destacó en esta clausura la “progresiva proyección del evento musical, cuyo éxito se debe al apoyo de un público incondicional y a un equipo humano de trabajo muy profesional de más de 30 personas y a la notable difusión que tiene entre los aficionados debido al escenario privilegiado donde se celebran los conciertos, además de la programación, que ha seguido manteniendo como seña de identidad una impronta eminentemente jazzística y mucha variedad en su programación”.