El Ministerio de Defensa deja morir poco a poco el arsenal de la Carraca
Los servicios externos hará que nunca pierda su afectación militar y por ende, que nunca se libere ese espacio para poder desarrollar iniciativas más productivas.
De ser una pequeña población ha pasado a tener un censo de una docena de personas
Sólo se construyen servicios para militares con destinos en otras unidades de la Armada
Los que ven todos los días el arsenal de la Carraca se van aconstumbrando a una situación para ellos prácticamente imperceptible. Para los que van de año en año o desde hace muchos, el deterioro es patente en cada uno de los rincones por los que pueden circular. En pequeños detalles, pero que ponen en evidencia que ha dejado de ser lo que era y ahora no pasa de estar considerada como un enfermo al que hay que dejar morir poco a poco.
Ya no vive tanta gente como vivía y de hecho, desde el año 2000 hasta la actualidad la cantidad de personas que tenían su domicilio dentro del arsenal no ha pasado de 30, que fue el número aportado por el Instituto Nacional de Estadística correspondiente a 2001. En 2008 el número de personas domiciliadas allí era de 13.
Como consecuencia de esa despoblación, los edificios que en su día fueron viviendas de militares están en total abandono y se pueden ver desde la parte noble, siempre bien cuidada, que se ofrece a los visitantes en los actos oficiales o en las rutas turísticas que organiza el Ayuntamiento de San Fernando cada verano en colaboración con el Ministerio de Defensa y en concreto, con la Marina.
Y no se trata de que por fuera puedan recibir un resanamiento circunstancial que aleje un poco la imagen de abandono y deterioro, porque por dentro se adivina la pobredumbre de unas instalaciones que en otros tiempos estuvieron llenas de vida.
No es conservación
Tampoco es que se esté respetando la arquitectura original del arsenal para no tocar las fachadas de algunos de los servicios que se prestan, porque a todas luces se ve que la situación de los mismo no obedece a un fachadismo a ultranza, sino a lo obsoleta que resultan cuando han dejado de ser mimadas y adaptadas a los tiempos para prestar un servicio que ya no es necesario.
El traslado de la mayor parte de las funciones de la Carraca a la Base Naval de Rota, con el personal incluido, ha hecho que lo que fue uno de los tres pilares del empleo en San Fernando -junto con el astillero de Navantia y la antigua y desaparecida Fábrica de San Carlos-, se haya convertido en una ciudad fantasma, lo que es más patente por cuanto ha quedado como cementerio de barcos camino del desguace.
Ni siquiera el hecho de que desde el Ministerio de Defensa se pongan en marcha iniciativas que deberían indicar un resurgimiento de las instalaciones hace que se diluya esa desilusión que sienten los que la visitan y que comentaban a este periódico el sábado pasado, con motivo de la partida del buque escuela Juan Sebastián de Elcano hacia Cádiz para iniciar un nuevo crucero de instrucción.
Carraqueños
Gente que había pasado allí la mayor parte de su vida comentaba con tristeza los desconchones a granel, la situación del muelle, los detalles que saltan a la vista del peor observador y que para ellos, carraqueños con orgullo, eran como dardos en el alma que manifestaban a quien tenían más cerca.
Es cierto que han construido una guardería, lo que inclinaría a pensar en un futuro halagüeño, pero no son más que servicios para militares de la vecina población de San Carlos. Lo mismo que la cárcel, que los militares llaman de forma más suave pero que sirve para lo mismo que servía el penal de las Cuatro Torres, el que quiere rehabilitar el venezolano Chávez. Eso conseguirá que nunca pierda su afectación militar y por ende, que nunca se libere ese espacio para poder desarrollar iniciativas más productivas.
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