La miseria humana que acompaña a los acontecimientos más desagradables de la vida política se han dado -con sobreabundancia- en la crisis del Partido Popular. Hace sólo 10 días era aclamado Pablo Casado, en la campaña castellano-leonesa. Estaba rodeado por todos los que lo han abandonado estos días. Todavía esperaban su llegada posible a la Moncloa. Pero, al llegar a Madrid, recibió la “acogida” que le tenía preparada Isabel Díaz Ayuso -exasperada por no acceder a la presidencia del PP de Madrid y sabedora de que le pedían explicaciones incómodas- acusando a Casado de estar detrás de un presunto espionaje sobre las andanzas contractuales de sus familiares con su gobierno. Está acreditado, reconocido por la interesada e investigado por la fiscalía anticorrupción.
Casado contraatacó manifestando las presuntas irregularidades que conocía de la presidenta. Es ya sabido: “Más allá de que sea ilegal, que es algo que tendrá que decir un juez si hay una investigación. La cuestión es si es entendible que el 1 de abril, cuando morían en España 700 personas, se puede contratar con tu hermana y recibir 300.000 euros de beneficio por vender mascarillas”. Le ha costado el cargo. O porque lo dijo -no se lo han perdonado en el PP- o porque, tras decirlo, quiso pactar con Ayuso la mutua retirada de acusaciones. Corrupción versus espionaje. Era su fin. Luego vino la manifestación de seguidores de Ayuso y ya su suerte estaba echada. Todos lo abandonaron. Ayuso se fue a premiar a la “Quinta del Buitre” pero otros buitres estaban en otro sitio. Esas aves rapaces tienen cualidades carroñeras extraordinarias: “Su aparato digestivo -dicen los especialistas- es uno de los más fuertes de la fauna salvaje pues posee niveles de acidez que matan cualquier tipo de bacteria dañina proveniente de excrementos o carne podrida”.Que se cuide Feijóo de quienes cambian de menú y de bando con tanta facilidad.
Las toneladas de traiciones han dejado un panorama desolador, de espantosa lucha por el poder, donde vale todo menos la lealtad, que cotiza a la baja. Se va un joven dirigente, que no ha tenido una línea entendible, que ha cambiado de discurso varias veces y que se ha negado a cualquier tipo de acuerdo. Lo ofreció a Ayuso cuando debió mantenerse firme. Era la honradez lo que estaba en juego. ¿O no?