Con un gobierno en minoría siempre se está en el filo de la navaja. El parlamento respalda -o no- al gobierno en función de los intereses que cada grupo defiende. Se ha visto en el parlamento andaluz en el presupuesto del ejecutivo andaluz y el presidente
Juanma Moreno amagó con una convocatoria adelantada. El fiasco castellano-leones y la caída -por unanimidad- de
Pablo Casado aplacó los encendidos ánimos electorales. Tras el congreso nacional, y según vayan las encuestas, se proveerá nueva fecha.
En Madrid se ha estado en el borde en la votación de la reforma laboral -salvada in extremis por el diputado popular Casero-, mas tarde por el envío de armas a
Ucrania y ahora por la crisis del
Sahara. No se estaba acostumbrado a esto, pero que no se olvide que Adolfo Suárez tuvo que dimitir de la presidencia del gobierno por las conspiraciones internas en UCD y las maniobras del que reside en Abu Dabi ya por 20 meses.
El ajuste de cuentas con el pasado crece en
España, pero tergiversando la historia. Un periódico madrileño publicaba en primera página, sin pudor, que “Sánchez (Pedro) entrega el Sáhara 46 años después”. Obvia intencionadamente el acuerdo por el que el gobierno español, con Franco agonizante, entregó -ahí sí- la administración del Sáhara Occidental a Marruecos y Mauritania mediante el Acuerdo Tripartito de Madrid de 14 de noviembre de 1975, que nunca pasó por las Cortes franquistas, pero que fue efectivo inmediatamente, tras la Marcha Verde y la posterior renuncia de Mauritania. Marruecos se adueñó de casi todo el territorio. Nadie en España estuvo dispuesto a morir por el Sáhara. La ONU sigue esperando el referéndum pero, tras casi medio siglo, ni se ha celebrado ni tiene visos de celebrarse, mientras la población saharaui acampa en los arenales argelinos malviviendo de la solidaridad internacional. España sigue apoyando las resoluciones de la ONU, pero acepta discutir las posiciones de Marruecos por pura defensa de los intereses nacionales (Ceuta, Melilla, Canarias, inmigración), tras la postura adoptada por EEUU, Francia y Alemania y el alineamiento con Rusia de Argelia, con Ucrania al fondo. Los nacionalistas españoles apoyan la autodeterminación del Sáhara. Y la de ellos mismos: “menosprecio a la autodeterminación” -dicen-. Es enternecedor escuchar hablar de traición a los que declararon unilateralmente la independencia de Cataluña.