A el o a ella, le dijeron que pesar de la crisis económica, las previsiones es que la bolsa en los últimos meses había alcanzado resultados positivos y los grandes bancos, que antes les perseguían para darle un crédito ahora no le daban un euro ni con todas las garantías del mundo. Se sentían indefensos y cabreados, porque mientras les pedían el esfuerzo de la congelación salarial en el mejor de los casos, ERES y ERTES en otros, y en la peor de las situaciones el paro y si te he visto no me acuerdo. Bueno y en otros que fueran solidarios y como está ocurriendo en otros países europeos y redujeran su horario laboral para que pudiera trabajar más gente. También, todos los días les argumentaban que la deuda griega deberíamos pagarla entre todos los europeos, y algunos se preguntaban que de donde, si debían hasta agua en Loja y apenas podían hacer frente a los gastos cinismos y la hipoteca.
Todo esto es asumible, cuando todos y todas nos amarráramos el cinturón, y así por ejemplo a algunos de nuestros responsables políticos a todos los niveles en un ejercicio de coherencia se rebajaran sus sueldos al menos en un veinte por ciento con el objetivo de generar empleo y hacer pedagogía, a los banqueros se les pidiera el esfuerzo de dedicar el mismo porcentaje de sus ganancias a la creación de puestos de trabajo, y a las grandes fortunas que no movieran su capital se les gravará con el mismo tanto por ciento para programas sociales. Pero si a eso añadimos, algunas cuestiones escandalosas y que lejos de buenas intenciones son una tortura para cualquier consumidor, como que encima nos suban las tarifas de la electricidad, el agua, el butano o los transportes públicos, por poner sólo tres ejemplos, entonces el personal se mosquea y no le falta razón.
O tal vez, por una equivocación se le ha ocurrido a usted meterse en pleitos y además con posibilidades de ganarlos o ha decidido hacer obras en su casa, échese a temblar, porque además de ser usted una doble victima de la crisis económica, será torturado de forma infame, con crueldad y sin piedad.
Si a eso añadimos, que en la mayoría de las ocasiones, cuando nos dicen desde un servicio de algunas de las operadoras de teléfonos móviles o fijos, o de otro tipo de aparatejos de los que somos esclavos con el desarrollo y la sociedad de la información y las nuevas tecnologías, que no nos van a cobrar algo hemos de echarnos a temblar. Pruebe si no a llamar a uno de esos mal llamados programas de atención al cliente, en la que se supone que deberíamos ser, en un país de servicios como el nuestro, reyes de la excelencia, pues que si quieres arroz Catalina, de eso nada de nada.
Te atiende una máquina, con una grabación que te va indicando que número has de marcar en función de cuales sean tus necesidades Si tras una tortuoso y humillante interrogatorio, en el que se te aplica el tercer y cuarto grado, resistes, es posible que pongan con un operador u operadora, que te hará repetir por enésima vez cual es el motivo de tu llamada.
A estas alturas, podríamos cantar aleluya por haber logrado el objetivo, pero guarden las esperanzas, porque lo que tu planteas, necesita que te atienda alguien del servicio técnico, y ahí ya te puedes morir entre la amargura y la desesperación, porque con quien que tu necesitas contactar está ocupado en esos momentos, con lo que tras más de veinte minutos de machaqueo, has de dejarles el número de teléfono para que ellos, cuando puedan, decidan llamarte, que dicho sea de paso, resulta ser, NUNCA.
Entre inconvenientes y reveses, interrogantes y malos augurios, se te ocurre la frase mágica, y con dulzura y un poquito de mala leche llamas y dices, “mire me podría dar de baja en el servicio”, y entonces toda la maquinaria se pone en marcha para “complacerte”, y que puedas en las próximas ocasiones continuar estando indefenso y cabreado.
Curioso Empedernido
Indefensos y cabreados
- Juan Antonio Palacios
- Curioso Empedernido
Publicado: 06/05/2010 ·
14:31
Actualizado: 06/05/2010 · 14:31
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