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José Blanco, ministro de todo

No es cosa de imitar al viejo maestro don Pedro Gómez Aparicio que desde la Hoja del Lunes de una España paupérrima, escribía como si tal cosa: ?Advierto por segunda y última vez al presidente Truman, que de no cambiar su política exterior...?

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No es cosa de imitar al viejo maestro don Pedro Gómez Aparicio que desde la Hoja del Lunes de una España paupérrima, escribía como si tal cosa: “Advierto por segunda y última vez al presidente Truman, que de no cambiar su política exterior...”. Pues eso; yo me conformo con rogar humildemente al presidente Zapatero que, de cambiar, como al parecer se comenta, próximamente su gabinete, tenga a bien escuchar lo que la calle, preocupada por su bolsillo y el del país, piensa de ciertos asuntos.

Comprendo que no es fácil admitir algunos errores o rectificar en momentos graves decisiones que tal vez obedecían más a la forma que al fondo; pero habría que hacerlo. No se trata ya de olvidarse por completo de ese ministerio de Deportes que ZP planteó como posible hace unas semanas; damos por hecho que aquella ocurrencia fue un brindis a la galería. Pero ya puestos ¿por qué no cierra el Ministerio llamado de Igualdad que no ha servido para nada, que no sirve para nada y que no servirá para nada? ¿No es un lujo absolutamente innecesario? ¿No resulta un detalle progre y caro en horas de penuria?

Al margen de las salidas de pata de banco de su titular, la increíble doña Aído, es que carece de competencias porque, sencillamente, carece de sentido, porque la necesaria igualdad no se consigue desde un ministerio vacío sino desde otros que llevan muchos años funcionando: Interior, Trabajo, Educación etc. ¿A qué dedicar un pellizco del Presupuesto a más o menos nada? No lo hará, claro, porque sería como reconocer que no estuvo muy acertado creando semejante engendro, pero así, en confianza, señor Presidente, reconozca que, como gesto, quedó bien en su momento pero hoy clama al cielo.

Tampoco quitará a doña Magdalena Álvarez cuya carrera en la cartera de Fomento no ha hecho sino fomentar desastres, ha estado tan jalonada de fracasos, que no creo que doña Magdalena esté dispuesta a estropear semejante carrera con un solo éxito. El señor Bermejo ha logrado enfrentarse a todos los que de él dependen directa o indirectamente y es el único que ha sido capaz de poner de acuerdo a todas las asociaciones de la magistratura contra él y lo que él representa. Pero no son éstos los nombres más importantes.

¿Qué va a pasar con Solbes y Sebastián? Ni las previsiones de uno ni los planes del otro (bombillas de bajo consumo, planes VIVAs, etc.) parece hayan tenido demasiado éxito y si algo ha quedado claro, es que los dos, sobre todo el primero que para eso es vicepresidente, han conseguido que ningún grupo parlamentario apoyara sus iniciativas y si se han salvados los presupuestos –no se sabe muy para qué porque ni el propio Solbes creía en ellos– ha sido gracias a un mercadeo considerablemente bochornoso.

Del resto ni se sabe. Hay una ministra vasca y joven a la que aún no he escuchado, uno de Sanidad que aún dice lo de “mi cuerpo es mío” y otro de Exteriores del que mejor no hablar. Yo si fuera el presidente del Gobierno, pondría a José Blanco como ministro de Todo que para eso está muy dotado y así me evitaba problemas. Haga lo que haga el señor Zapatero, lo que la gente demanda es apretarse un poco el cinturón y si para eso es necesario dar marcha atrás y esperar tiempos mejores, pues se hace. Lo que no parece de recibo es seguir subiendo esta cuesta global y nacional con una quinta marcha cuando lo que se necesita es potencia, seguridad y ahorro.

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