«Los astrónomos conocen el futuro del Sistema Solar. Más o menos dentro de 5.000 millones de años, cuando nuestra estrella haya doblado la edad que tiene ahora, su combustible de hidrógeno comenzará a agotarse. A partir de ahí, en el núcleo, el helio se fundirá formando oxígeno y carbono, mientras el hidrógeno seguirá alimentando las reacciones de fusión nuclear que harán crecer la estrella alrededor del interior agotado. El Sol se convertirá en una gigante roja que se tragará Mercurio, Venus y la Tierra. Poco a poco, ese envoltorio gigantesco y tenue se irá disolviendo en el espacio, dejando detrás un objeto superdenso que se conoce como enana blanca. Un cadáver estelar con una masa no mucho menor que la del Sol y un tamaño como el de nuestro planeta». (Daniel Mediavilla: ‘Así puede ser el final del Sistema Solar’, El País 16/09/2020)
Los apasionamientos humanos, el pensamiento, el arte, la literatura, las ciencias, la política, las planificaciones sociales... quedarían en nada después de aquella muerte cósmica... “un cadáver estelar”, como se decía en el reporte... resultado del agotamiento del combustible nuclear de las estrellas... Para nosotros el sol será nuestro finis gloriae mundi..., con tantas religiones que lo adoraron como manantial de la vida... “pero toda la materia en el Universo debe eventualmente terminar como una forma de objeto estelar o subestelar compacto, de acuerdo con las interpretaciones teóricas actuales de la termodinámica”.
Einstein: “Dios no juega a los dados con el universo”.
Einstein, en su carta discrepante a Max Born (uno de los padres de la física cuántica que creía que Dios sí jugaba a los dados), no cita a Dios...; la traducción más correcta de la famosa frase sería: “La Mecánica Cuántica nos aporta mucho, pero no nos acerca al secreto del Viejo. Yo, en todo caso, estoy convencido de que Él no juega a los dados». En ningún momento Einstein usa la palabra Dios. Más bien la palabra Viejo se emplea como una personificación de la naturaleza.
La siguiente afirmación de Einstein tiene auténtica sustancia: “El misterio eterno del Universo es su comprensibilidad... El hecho de que sea comprensible es un milagro”.
Nunca sabremos si Einstein dijo todas estas cosas desde la optometría de la verdad... Ni si existió el hombre Einstein tal como lo concebimos..., ni si existieron los demás en las mismas condiciones... Fue algo que se me ocurrió inopinadamente...
El 3 de enero de 1954 Einstein dirigió una carta a Erik Gutkind, filósofo alemán, ya afincado en Estados Unidos, autor del libro (que había enviado a Einstein) Choose Life: The Biblical Call to Revolt, que no fue del agrado del físico. Gutkind era un espécimen medio cabalista, pacifista, místico y propenso al sionismo. En la misiva, conocida (desafortunadamente) como ‘La carta de Dios’, Einstein precisaba una serie de cuestiones:
“Para mí —decía—, la palabra ‘dios’ no es más que la expresión y el producto de la debilidad humana; la Biblia, una colección de leyendas venerables, pero bastante primitivas”.
“Creo que ninguna interpretación, sin importar cuán sutil sea, puede cambiar esta situación”.
“Para mí la religión judía, como todas las demás religiones, es una encarnación de la superstición más infantil. [...] No veo nada ‘elegido’ sobre ellos [el pueblo judío]”. Y repitió: “Para mí, la religión judía no adulterada es, como las otras religiones, una encarnación de la superstición primitiva (...)”.
¿Por qué el empleo del vocablo Dios en el dictamen de los dados? En ocasiones, Einstein se describió como “no ateo”, y Dios está también en los escritos de otros físicos, pero sin que esto trasluzca obligatoriamente que sean teístas, sino que es una metáfora que, circunstancialmente, tiene un significado, a veces, incluso lúdico...
A la pregunta de si creía en Dios, Einstein solía responder que creía en el Dios de Spinoza; autrement dit, que creía de pleno en las leyes de la naturaleza, contenedoras de todas las verdades...