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Andalucía

Ratas, las reinas subterráneas de la noche

Asociadas a la muerte, los cementerios, las plagas, los personajes malvados y la oscuridad, las ratas son animales con mala fama

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Ratas.

Ratas.

Ratas.

  • La repulsión popular hacia estos roedores, no se debe solo a los miedos atávicos de la gente, sino también al protagonismo en leyendas urbanas

Prosperan en la suciedad y la podredumbre, desarrollan su actividad por la noche, se ocultan en oscuros lugares subterráneos, sus rápidos y fugares movimientos producen escalofríos, son destructoras y voraces, trasmiten enfermedades y su nombre se utiliza para designar a las personas despreciables.

Las ratas, roedores de tamaño mediano, con hocico puntiagudo, larga cola y pelaje gris oscuro, que se han extendido por el mundo, sobre todo en las ciudades y zonas habitadas por el ser humano, están asociadas en la cultura popular, principalmente occidental, a todo aquello macabro, sucio, repulsivo, peligroso y más representativo de lado oscuro de la existencia.

Una antigua leyenda habla del fenómeno del “trono de ratas" o "rey de las ratas", por el cual una gran cantidad de roedores supuestamente se amontonan quedando enredados por sus colas y sin poder separarse, formando una especie de plataforma viviente, desde donde ese grupo de roedores enredados entre sí  ejerce autoridad sobre otras ratas, que deben alimentarlo. 

“La rata es uno de los animales con peor fama de la historia. Estas criaturas están presentes en nuestra vida cotidiana, y son protagonistas tanto en leyendas urbanas como en las obras de ficción de terror, como las novelas y relatos de Stephen King” según explica el escritor, guionista y criminólogo Iván Mourin. 

Mourin (https://twitter.com/ivanmourin; https://www.instagram.com/mourin1980) es autor de ensayos relacionados con el misterio, y en su último libro, titulado ‘Ratas. Secretos y misterios de las reinas subterráneas’, describe una serie de aspectos oscuros y sorprendentes sobre estos roedores.

FESTINES DE RESIDUOS ALIMENTICIOS

“Allá donde el núcleo de habitabilidad humano es más grande, es más común que este animal esté presente, ya que somos una fuente importante de sustento” para las ratas, explica Mourin. 

Señala que “la rata vive principalmente para reproducirse y alimentarse, y, para lo segundo, recurre a la increíble cantidad de residuos alimenticios de los que humanos nos deshacemos sin control” y que son “auténticos festines” para estos roedores.

SU REINO: LAS GRANDES CIUDADES

Según Mourin, existe el mito de que grandes ciudades, como Manhattan, tienen una población de seis ratas por habitante, y aunque allí “el número de roedores es superior al deseado, por fortuna no se acerca a esta cantidad”.

Según un estudio de la empresa de control de plagas y sanidad ambiental EZSA efectuado en 2021 y basado en la cantidad de ejemplares que viven en el alcantarillado de Barcelona, se calcula que el número de ratas en España es de cuatro individuos por cada diez habitantes, unos 19.000.000 en total, según apunta.

ASOMBROSO ÍNDICE DE PROCREACIÓN

Las ratas grises (Rattus norvegicus) pueden alcanzar un número asombrosamente elevado de ejemplares, según Mourin. 

“Con solo tres meses de vida, están capacitadas para ser fecundadas, y pueden tener de cinco a seis camadas anuales, de seis a veinte crías cada vez, en un periodo de gestación de veintiún días, llegando a aparearse hasta quinientas veces en seis horas. Menos de veinticuatro horas después de parir, están listas para un nuevo apareamiento”, explica.

LAS RATAS DEL VAMPIRO NOSFERATU

“Para los amantes del cine de terror, en especial el clásico, es imposible que al hablar de ratas no les venga a la cabeza la película alemana de 1922 `Nosferatu´, donde estos animales  tienen protagonismo en varias escenas”, señala Mourin.

En una de estas escenas, el primer oficial del barco Empusa, que  traslada las cajas del Conde Orlok (un vampiro de Transilvania) en sus bodegas, reacciona presa de un miedo verdadero, gritando y lanzándose al agua como escape, cuando una docena de ratas sale de su ataúd y saltan sobre el actor, Wolfgang Heinz.

LOS JINETES DE LA PESTE

“Si hablamos de enfermedades mortales relacionadas con las ratas y con cientos de millones de fallecidos en periodos diferentes de la historia, habría que destacar la peste”, explica Mourin.

Erróneamente se acusó de forma contundente a estos roedores,  que tuvieron parte de culpa, al ser portadores tanto de la bacteria ‘yersinia pestis’ como de las pulgas, responsables de transmitir la enfermedad, a través de su picadura. La transmisión de la peste también se produjo por la mala manipulación de los cadáveres afectados y la ingestión de carne infectada, según el autor.

EL ESTIGMA SEMÁNTICO

Mourin explica que la rata tiene tan mala fama que incluso el nombre de este animal se emplea como calificativo, por ejemplo en la famosa exclamación ¡No seas rata!.

Dependiendo del país, la palabra ‘rata’ sirve para tachar a un individuo de tacaño, criticón, malintencionado o ladrón, “aunque para esto último, existe el término ‘ratero’, que se inspira, principalmente, en la habilidad del roedor de colarse en cualquier sitio para comer los alimentos que allí se guarden”, señala.

LA DAMA DE LAS ALCANTARILLAS

Durante el siglo XIX, en Inglaterra, unos personajes de las clases bajas conocidos como ‘toshers’ o cazadores de alcantarillas, se dedicaban a rebuscar entre la inmundicia que se acumulaba en los sumideros para localizar monedas y joyas, que pudieran haber caído, para venderlas en tiendas de segunda mano, relata Mourin.

Cuenta la leyenda que “una bellísima mujer se aparecía ante algunos ‘toshers’ y los llevaba a un lugar apartado del laberinto subterráneo para mantener relaciones sexuales”, prosigue. 

“Si no encontraba satisfacción o se sentía ofendida, tomaba su aspecto real, el de una rata humanoide, para matar al hombre o maldecirlo. En caso contrario, le otorgaba una cantidad generosa de joyas, además de una marca personal en forma de mordisco que lo salvaguardaba de las otras ratas”, explica el autor.

RATAS GIGANTES BAJO EL CONVENTO

Según otra leyenda, los subterráneos del Palacio Nacional de Mafra (Portugal), ampliado en el siglo XVIII, con un monasterio con capacidad para 330 frailes y una gran biblioteca, alojan una red de alcantarillado de una única planta, explica Mourin.

Sin embargo, hay quienes sostienen que “los planos no son correctos y que los subterráneos están compuestos por cuatro pisos, con habitantes de pesadilla: ratas calvas, albinas y ciegas, de hasta 70 centímetros de cuerpo, alimentadas por animales que, accidentalmente, se cuelan allí”, concluye el investigador.

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