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Hablillas

El día de las librerías

El lector no sabe vivir sin la lectura, le falta algo si no le dedica su tiempo, y si el cansancio le vence, apuntala los párpados si fuera preciso

Publicado: 12/11/2023 ·
19:54
· Actualizado: 12/11/2023 · 19:54
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Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Apenas dos semanas lo separan del dedicado a las bibliotecas. Es un espacio evocador, un local entrañable donde el libro deseado se materializa emocionando, llenando de ilusión al lector, evocando la tienda visitada por las hermanas March para comprar un regalo a su madre, aquel rincón donde Joe leía sentada en la escalera, junto a los estantes, aprovechando el despiste deliberado del vendedor, la que abre Florence Green en aquel pueblo inglés revolucionando la mente estrecha de la vecindad o donde Dick Avery ve a Jo Stockton y, mientras trabaja en una librería de París, la convence para ser modelo en la película de StanleyDonen.
El cine ha mostrado librerías de ensueño. Ésta última es icónica, la que soñamos visitar todos los amantes de esos momentos en que nos aislamos curioseando una sinopsis, imaginando la historia en la portada, leyendo la primera página con emoción, como si tomáramos un sorbo del té más caro del mundo. Curiosamente parece haber inspirado el cartel anunciador de este 11 de noviembre, donde un joven dentro de un libro a medio abrir, sentado en un taburete y rodeado de volúmenes lee sin tener en cuenta el paso de las horas. Cuántas lecturas apreciamos tanto en la forma como en el fondo. 

Las otras dos citadas las hemos leído, sobre todo la primera, en aquel ejemplar titulado en blanco sobre un fondo entre gris y arena, oscurecido, borroso por los años y las manos familiares por las que pasó. Debió de editarse antes de mediar el siglo pasado, porque fue el regalo sin fecha de nuestra infancia, cuando de los cuentos se iban escapandolas hadas y los duendes.

Las librerías han dado difusión a su día a través de las redes, donde escritores y lectores han aconsejado un título o bien en video o por escrito en su muro, una iniciativa que orienta y sorprende, porque concluimos en la misma pregunta que llevamos haciéndonos desde que la lectura es parte de nosotros, cuánto nos queda por leer. No acabaremos nunca, porque es tan necesario como beber agua, comer o caminar, poque leer es coexistir, vivir en los libros y fuera de ellos cuando hacemos nuestra la historia, cuando pasa una semana, un mes o un año y la recordamos, la sentimos, del mismo modo que fue saltando de las páginas para asomarse a nuestros ojos.

El lector no sabe vivir sin la lectura, le falta algo si no le dedica su tiempo, y si el cansancio le vence, apuntala los párpados si fuera preciso. Tampoco puede pasar de largo ante una librería, un local de superficie limitada donde cabe un universo inabarcable y en expansión, como la biblioteca, espacios donde el tiempo se detiene por voluntad propia.

 

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