El Real Madrid, con un Cristiano Ronaldo que marcó cuatro tantos, se paseó en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla y con su victoria (2-6) impidió que mañana el FC Barcelona tenga la oportunidad de cantar el 'alirón' anticipado como campeón de Liga en el partido que le enfrentará al Espanyol en el Camp Nou.
La formación madridista, después de la decepción que supuso la eliminación en las semifinales de la Liga de Campeones de Europa a manos de los azulgranas y de que virtualmente haya acabado la temporada al tener muy escasas opciones de ser campeón de Liga, tiró de profesionalidad y calidad para llevarse el partido.
Salió el equipo de Gregorio Manzano sabiendo que el Athletic de Bilbao le había ganado al Levante y que provisionalmente le arrebataba la quinta plaza, aunque también con el respiro de que el Atlético de Madrid había perdido ante el Málaga en la particular lucha de estos equipos por una plaza en la próxima Liga de Europa.
Pero los locales ingresaron al campo con bajas significativas, como las del centrocampista croata Iván Rakitic, el defensa uruguayo Martín Cáceres o la del extremo Jesús Navas, además de quedarse en el banquillo mermado el también extremo brasileño Diego Perotti.
A esto se le unió el que el lateral izquierdo Fernando Navarro se lesionó en el minuto diez y tuvo que ser sustituido por el francés Dabo, lo que dejó más trastocado a un equipo que desde el inicio estuvo a merced del rival.
El Real Madrid, sin el defensa portugués Ricardo Carvalho y el delantero argentino Ángel Di María, ambos sancionados, y sin el centrocampista alemán Sami Khedira, como bajas más significativas, pero con el brasileño Kaká, los portugueses Pepe y Cristiano Ronaldo o el francés Karim Benzema en el terreno, no tuvo ningún problema para controlar el juego en todas sus facetas.
Benzema ya avisó de que su equipo no venía a pasearse y creó los primeros peligro ante el meta Javi Varas, lo que fue el preludió del 0-1, logrado por Sergio Ramos de cabeza a la salida de uno de los numerosos córneres que el conjunto madridista botaba.
Lejos de bajar la intensidad, el equipo del portugués José Mourinho se mantuvo claramente superior a un rival entregando, con muchas dudas en la defensa, sin control en el centro del campo y sin que pudieran participar nunca sus dos hombres más adelantados, el malí Frederic Kanouté, quien reaparecía tras varias semanas lesionado, y el ex madridista Álvaro Negredo.
Así sólo había que esperar que fueran llegando los goles del Real Madrid y rebasada la media hora Cristiano Ronaldo logró el segundo minutos después de que estrellara un balón en el larguero.
Desde la grada sevillista salieron los primeros gritos de la temporada en los que se pedía que Manzano dejara el banquillo al ver la total falta de recursos de su equipo ante un adversario que jugó como quiso y que antes del descanso logró el 0-3 por mediación de Kaká.
En la segunda parte, con el Real Madrid con los deberes hechos y el Sevilla algo enrabietado por lo que había pasado en el primer tiempo, se vio un partido algo más equilibrado en sus inicios y llegaron los primeros tiros a puerta de los locales hasta que Negredo, con un buen disparo logró el 1-3.
Un fallo del propio delantero vallecano en defensa propició que Ronaldo marcara el 1-4 y que poco después el delantero portugués lograra el tercero y el cuarto de su cuenta personal ante un Sevilla otra vez con el norte perdido y que sólo pudo maquillar la goleada con un nuevo tanto de Negredo.
EL BARCELONA A UN PUNTO
Un punto más y matemáticamente la liga será azulgrana. La victoria del Barcelona ante el Espanyol (2-0) deja al equipo de Josep Guardiola a un empate de conquistar su vigésimo primer título liguero de la historia.
En un plácido partido de los barcelonistas, conducidos por la clarividencia de Andrés Iniesta, que hoy ofreció una clase magistral de fútbol, los azulgranas no tuvieron que emplearse en exceso para conseguir su objetivo.
Un gol del manchego, en el primer tiempo, y otro de Gerard Piqué, en el inicio del segundo, rubricaron la victoria del Barcelona, un equipo que jugó con el freno de mano puesto durante muchos minutos del segundo tiempo ante un rival en el que sólo Osvaldo dio muestras de calidad.
En teoría, Mauricio Pochettino planteó el partido para buscar al Barça en su campo. Un doble pivote y tres mediapuntas, con Osvaldo como referencia en ataque, para presionar en su campo a los azulgranas, pero el intento se desmoronó en veinte minutos.
Bastó que Messi entrara entre líneas, que Iniesta maniobrara con soltura, que Xavi se sintiera más suelto y que Alves se proyectara por su banda para que los locales sitiaran la meta de Kameni.
Se resguardaron los blanquiazules en un 4-5-1 y el Barça empezó a sentirse a gusto, a controlar el juego y, cuando eso ocurre, el rival tiene muy pocas opciones.
Kameni empezó a intervenir en un remate de Pedro (m.20) y en otra magnífica acción individual de Iniesta. El manchego estaba fino y desplegó su arsenal de recursos técnicos.
El Espanyol, con mucha presión y rapidez en las contras, tuvo una buena opción en una jugada de Osvaldo (m.24) y un centro de Callejón que no encontró rematador.
Fue de lo poco que ofrecieron lo blanquiazules en el primer tiempo. Messi, en una buena acción ante Raúl Rodríguez, no estuvo acertado ante Kameni (m.28), pero sí Iniesta en la siguiente.
Un error de Galán fue aprovechado por Iniesta. El albaceteño sorteó a Amat y batió a Kameni (1-0, m.29), en una jugada que podría haberla firmado el mismo Michael Laudrup.
El Barça quería resolver por la vía rápida y si no lo hizo antes fue porque David Villa no tiene la puntería afinada. El asturiano se quedo solo frente al meta camerunés y erró en una clara acción de gol.
Tampoco llegó Villa a una jugada en diagonal de Messi, desde la derecha hacia el centro, en la última acción de peligro del primer tiempo, pero no necesitaba hoy su equipo los goles de su siete, como se demostró nada más empezar el segundo tiempo.
Apuntó Pedro, que encontró la respuesta de Kameni (m.47), y en la siguiente acción Gerard Piqué anotó el 2-0 a la salida de un saque de esquina (m.48).
Con el partido decidido, el Espanyol se fue hacia arriba. Puso Pochettino en juego a Álvaro, pero el desequilibrio lo puso Osvaldo. El delantero blanquiazul estuvo a un buen nivel y ofreció detalles de su categoría futbolística en dos grandes acciones ante Mascherano y Pique. En ambas se encontró con Víctor Valdés, después de sendos remates de buena factura.
Con el 2-0, el Barça bajó su intensidad. Bajaron pulsaciones, economizaron esfuerzos, pensaron los futbolistas barcelonistas en el próximo miércoles y Pep Guardiola le dio veinte minutos a Eric Abidal, seguramente también pensando en el futuro, en el partido del próximo miércoles o más a largo plazo en la final de Wembley.
En el último cuarto de hora, al margen de algún detalle de Iniesta y de algún desborde de Osvaldo, Barça y Espanyol estuvieron más pendientes de que pasaran los minutos que de otra cosa.
El Barça había conseguido su objetivo y tiene la Liga a tiro, a un punto, un empate que buscará el próximo miércoles en Valencia, en el campo del Levante.