El sueño de Juan Galindo y Antonia Duarte: la mejor historia de la Navidad vejeriega

Publicado: 06/12/2024
Se sortean seis lotes de tierra. Tierras que Juan Galindo conoce bien. Tierras regadas con su sudor y con el sudor de su padre, Antonio Galindo Marchán
Alrededor de treinta familias de Vejer optan a recibir las rentas de seis lotes de tierra que pertenecían a Juan Galindo y a Antonia Duarte, quienes antes de despedirse de la tierra de los vivos quisieron dar forma y cumplir uno de sus grandes sueños: que las tierras que tanto esfuerzo les costó afianzar perdurasen en el tiempo sin fragmentarse, sin que nadie pudiese venderlas, ni dividirlas, para que sus rentas pudieran alegrarle la Navidad a los vecinos y vecinas que más lo necesitasen… Un sueño que vio cumplido en vida y que sigue vigente gracias a la labor de la Fundación Juan Galindo, creada a tal objeto.

Este diciembre se celebrará el quinto sorteo, el tercero sin la presencia de Juan Galindo y el primero sin la de su esposa. Concretamente tendrá lugar el domingo 15 de diciembre en el Teatro San Francisco a partir de las 11.30 horas cuando los bombos comenzarán a girar ante la atenta mirada de los posibles beneficiados por el sueño altruista como pocos de este matrimonio vejeriego.



Para hablar de esta quinta edición hemos quedado con la presidenta de la Fundación, Marianela Ferriol Echevarría, y con su vicepresidenta, la abogada Francisca Sánchez Galván… La charla, aunque amena, no está exenta de momentos tan emotivos en los que las lágrimas se convirtieron en palabras cuando un recuerdo se adentraba en la conversación… Y es que Juan Galindo y Antonia Duarte fueron unos seres humanos excepcionales… Bondad, esfuerzo, humildad, trabajo y altruismo del que se hace sin esperar ningún aplauso o visibilidad.



En esta ocasión la fecha se adelanta al 15 de diciembre porque el siguiente domingo, 22 de diciembre, coincidiría con el Sorteo de las Hazas de Suerte… “y dependemos de la disponibilidad del teatro. Aún así, se cumple con el deseo de Galindo de que siempre se celebre antes del 24 de diciembre”.

La Fundación se encuentra aún en el proceso de selección de las solicitudes presentadas, unas treinta al cierre del plazo el pasado 8 de noviembre… por ese motivo “aún no podemos dar una cifra oficial de cuántas familias han sido seleccionada. El plazo se abrió en octubre con los requisitos que debían cumplir las familias que quisieran acceder al bombo. La documentación que se pide, de todas formas, es fácil de adquirir” y solo tiene como objetivo tratar de comprobar el estado económico de quienes se presentan para garantizar que las beneficiadas sean familias con arraigo en Vejer y que estén en situación de vulnerabilidad.

Desde la Fundación saben que “muchas familias no se presentan por pudor, pero siempre tratamos de ser lo más discretos posible. Cuando exponemos la lista de admitidos solo publicamos los DNI. A cada una se le asigna un número de una bola que se introduce en un bombo el día del sorteo y es ese día, con la entrega del cheque nominativo, cuando se dan a conocer los nombres de los ganadores.

Nueve lotes de tierra y un museo

La Fundación gestiona nueve lotes de tierras, de los que tres son de adjudicación directa a la Asociación de Alzheimer, a Cáritas de la Parroquia Divino Salvador y a la propia fundación para su sustento. Los otros seis lotes son los que entran en el bombo y cuya renta, de unos 2.200 euros, recaerán en seis familias agraciadas.

Ese mismo día “hacemos entrega de un cheque nominativo el cual se puede cobrar directamente el mismo lunes porque previamente ya lo hemos consensuado con el banco”… son seis familias que gracias a esta ‘ayuda’, a esta gran ‘ayuda’, pasaran unas fiestas más desahogadas, más especiales, o como decía el propio Galindo, unas fiestas “como dios manda”.



Ese “era el sueño de Juan Galindo desde que concibió la idea” de ceder unas tierras que “pertenecían a su padre y que él (junto a su mujer) amplió” en la zona de La Muela y Patría”. Una idea que se hizo realidad a través de la fórmula de crear una fundación que está formada por cinco patronos, una Secretaría y “también hemos creado un grupo de voluntarios para que nos ayude en el proceso de selección, en la difusión del sorteo y en la organización del mismo”, aunque “también se ha creado de cara a los proyectos de futuro que pasan por ampliar el objeto de la Fundación sin perder, por supuesto, su finalidad original. Pero queremos hacer otras cosas, entre ellas organizar el local que nos donó, que actualmente es la sede de la fundación, y en el que guardamos todos sus enseres”.

El que esto escribe visitó el local hace unos dos o tres años. Me quedé maravillado… es sencillamente alucinante. Es un museo que muestra no solo la vida de Galindo y su esposa, sino la vida de muchísimos vejeriegos y vejeriegas en una época que no debe quedar sepultada por el olvido. Una época marcada por las penurias, sí, pero también por el esfuerzo y por una ética del trabajo gracias a la cual se sostiene la sociedad actual.

“Queremos trabajar en abrir un museo, centro de interpretación, colección o muestra con el legado de Juan Galindo. Tenemos que ordenarlo, darle la legalidad necesaria para poder abrirlo al público porque es una pena que la gente no pueda disfrutarla. Queremos vincularla a los centros escolares para que se conozca la vida de Junta que es la vida de muchos de nuestros vecinos”, indican con entusiasmo.

Desde que se crease la fundación han contado con el apoyo del Ayuntamiento, con la cesión del teatro, los bombos, etc… y ahora espera que sigan apoyándoles a la hora de dar forma a este museo… “Con el actual gobierno tuvimos una gran acogida también. Les impresionó la figura y el legado de Galindo. Además, ya saben cuáles son nuestras intenciones”.



Porque mantener su legado cuesta mucho… es un arduo trabajo cumplir con su encargo, pero tanto Marianela como Francisca lo tienen “clarísimo” y se desviven para que ese sueño perdure en el tiempo y nadie desvirtúe su esencia original. Lo cierto es que es su implicación en el proyecto va más allá de un compromiso formal… es una implicación personal en la que lo humano y los valores se anteponen a cualquier otra opción.

Y gracias a esta labor por parte de los componentes de la Fundación, en cinco ediciones el sorteo de estas tierras ya forma parte de la magia de la Navidad en Vejer. No podía ser en otra fecha y no podía ser de otra manera… El sueño de Galindo es uno de los grandes sueños navideños que jamás hayamos conocido. Es generosidad y altruismo puro… es corazón y es un ejemplo de la bondad infinita que es capaz de emanar del alma de los seres humanos.

Una historia de Navidad

Es, y lo decimos totalmente en serio, una historia maravillosa de Navidad pero  no es un cuento de Navidad porque es una de esas historias reales que merecen ser contadas y recordadas...

Juan Galindo nació el 24 de diciembre de 1924 y su mujer, Antonia hizo lo propio un 25 de diciembre de 1931… fechas que nos asombra porque se asemejan a una temprana premonición de lo que sería su vida. Y ambos, devotos de la Virgen de la Oliva, fallecieron con la imagen en Vejer, ella este pasado 14 de agosto y él hace tres años, un 10 de mayo durante el centenario de la Proclamación de la Virgen.

Se sortean seis lotes de tierra, o mejor dicho, se sortea la renta de cada uno de esos seis lotes de tierra. Tierras que Juan Galindo conoce bien. Tierras regadas con su sudor y con el sudor de su padre, Antonio Galindo Marchán. Tierras que amaba desde su más tierna infancia...

En el transcurso de una entrevista concedida a este medio, Juan Galindo rememoraba que  aunque su “padre no quería, el niño quería campo”.



Hijo único de Antonio Galindo Marchán y de Dolores Sánchez Rodríguez, Juan obvió el deseo de su padre y “a los diez años me fui al campo”, donde permaneció hasta que con 92 años regresó a Vejer “porque allí ya lo que hacía era estorbar (risas)”.

“Era sin duda un trabajo muy duro... en aquellos años no teníamos la maquinaría que hay hoy. Lo hacíamos todo a mano, desde la siembre a la recogida... usaba un trillo de madera para trillar y otras de palo romanas”, nos relataba Juan Galindo. Aunque también tuvieron ganado, su labor se basada en la agricultura, “en la campiña con cereales hasta que mi padre compró unas viñas”. Era el año 1936 cuando “me asenté en La Muela”.

Las tierras cuyas rentas ahora se sortean las fue comprando su padre “poco a poco. Incluso fiadas. Si había años sin ganancias, pues nada. Todas fueron adquiridas gracias a su lucha y a su capacidad de ahorro... así se hizo con más de cien fanegas de tierra entre Patria y La Muela”, señalaba para explicar que esa fue la clave de su idea de crear una fundación.

La lucha, el esfuerzo, el sacrificio y la dedicación tanto suya como de su padre “no podían perderse. Me daba lástima que ese trabajo desapareciera”. Y es que tanto Juan como su esposa Antonia Duarte no han tenido descendencia “y en la familia más cercana no hay agricultores con lo que venderían las tierras a los dos días... Eso me apenaba porque no quiero que se venda, que se pierda, que se separen esas tierras que tanto nos costó conseguir”.

Con esa idea en la cabeza, habló con las autoridades locales alcalde. Le dijeron que podían meter esas tierras en las Hazas de Suerte, pero “se sortean cada cuatro años y no me gustaba... quería que las rentas se repartiesen cada año antes de Navidad entre las familias más necesitadas del pueblo”, y siguiendo esa senda se creó una fundación que lleva su nombre y que este año realiza su quinto sorteo.

Fue en septiembre de 2020 cuando se formaliza la Fundación Juan Galindo y ese mismo año se realizó el primer sorteo. Sus tierras se dividieron en nueve lotes, con una renta perpetua destinada a Cáritas de Vejer, otra a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer, otra para sufragar los gastos de la propia fundación y las seis restantes “las sorteamos entre la gente necesitada” del pueblo.

Los beneficios que se queden en Vejer

Las tierras de Juan Galindo están arrendadas por Jaime y Antonio Durán, hermanos cuyo padre también trabajó esas tierras junto al propio Galindo, lo que “da fe de la lealtad y la fidelidad que ha reinado siempre en sus vidas”. En ellas se cultivan remolachas, trigo, girasoles… Tanto Jaime como Antonio “están muy comprometidos con el legado de Juan Galindo” y es que “para él era muy importante que se destinaran a las familias vulnerables que tuvieran arraigo en la localidad, de ahí que uno de los requisitos es que llevan cinco años empadronadas en el pueblo”.

Es curioso, o no. Será coincidencia, o no… pero el germen de la idea de Galindo coincidía con los años en los que las antiguas capellanías estaban siendo extinguidas, mientras sus rentas en lugar de quedarse en el pueblo viajaban en gran parte hasta el Obispado de Cádiz… Les pongo este tema sobre la mesa y la respuesta es que “Galindo siempre tuvo claro que su objetivo era que el dinero se tenía que quedar sí o sí”.

Y es que la tradición del objeto primario de las capellanías que se fundaron alrededor del siglo XVI en nuestro pueblo continúa con el legado de las tierras de Juan Galindo y con la Fundación que lleva su nombre… “Él era consciente de que las rentas de las capellanías ya no se quedaban en Vejer y no hay que olvidar que hablamos de un hombre que era muy inteligente. De hecho él se aseguró que fuese Cáritas de la Parroquia Divino Salvador quien administrase el dinero” para que no fuese a parar al Obispado… “quería que se quedase aquí, que ayudase a las familias de su pueblo. Igual pasó con la asociación contra el cáncer, que iba a formar parte de las asociaciones que se beneficiarían de forma directa pero como al final dependía de Madrid no se llevó a cabo. Y eso que le dijeron que aunque el dinero fuese allí, tratarían de que revirtiese luego en Vejer”.

Y es que a pesar de la edad, Juan Galindo “siempre mantuvo la mente muy clara y sabía muy bien lo que quería hacer con la Fundación y encontró la fórmula tras muchas reuniones con Nena (Francisca)”.

Conversar con Galindo, y así lo puedo asegurar, “era hacerlo con un libro de sabiduría”. Además, su matrimonio con Antonio fue un enlace feliz y complementario durante los 70 años que duró… de hecho, “él la vio nacer (risas)”, una anécdota fascinante pero cierta como él mismo relataba…  su madre, Dolores Sánchez, ejercía a veces como matrona en los partos. Así que justo al día siguiente de que Juan cumpliese siete años, Dolores se lo llevó con ella porque tenía que asistir al nacimiento del hijo de su prima, “la mamá de Antonia” en la calle Manuel Torres número 4. Y se lo llevó porque al ser hijo único no podía aún quedarse solo en casa. Recordaba Juan que mientras esperaba a su madre oyó un llanto y, llevado por la curiosidad que vive en cualquier niño, se asomó a la habitación... “yo la vi nacer…y tenía un caracolillo de pelo en la frente”.

“Era un libro de sabiduría y lo recordaba todo… de hecho siempre hemos tenido la intención de publicar un libro sobre su vida. Una vida asombrosa y llena de momentos increíbles. Nos contaba muchísimas historias, incluso de la Guerra Civil como la imagen que tenía de su madre poniendo almohadas en la casa de la calle Encarnación Número 6 para, por precaución, amortiguar las balas” o cuando “escondía el trigo para que no se lo llevase la Guardia Civil. Son historias fascinantes y claro todo lo vivido le hizo ser una persona muy ahorrativa, muy trabajadora, al igual que su mujer. Se hacían el pan, se hacían el vino… Trabajaban a la par”.



Muchos vecinos de La Muela aún recuerda la imagen de Antonia con su sombrero y dos cubos trabajando los domingos… también recuerdan su espectacular Belén… “vivían como si el tiempo no pasase… y aunque tuvieran lavadora, ella seguía lavando la ropa a mano. Vivían el uno para el otro”.

Su vinculación con Vejer “es mucho mayor de lo que se pueda pensar. Eran devotos de la Virgen de la Oliva. Galindo era una persona muy generosa y solidaria, capaz de ayudas en muchísimas causas y de colaborar con muchas asociaciones, aunque lo hiciera prácticamente en silencio, solo porque a él le gustaba hacerlo. Le hacía feliz ser así y no necesitaba del aplauso de nadie…. Yo que viví con ellos once años, no me enteré hasta hace poco, viendo unos papeles, que tenía un reconocimiento del Centro Diabético de Vejer por sus aportaciones”.

Por eso desde la Fundación quieren poner en valor, dar visibilidad a la figura de un hombre y una mujer que bien podrían protagonizar cualquier película… Pero quieren ensalzar su figura de forma acorde con sus formas de ser… sin grandilocuencia, tratando de mantener vivo su legado y de cumplir su sueño… “Queremos reivindicar su figura de una manera que encaje con su forma de ser y con la forma en la que vivió… ahí entra también el proyecto del museo porque a través de sus enseres se puede conocer su vida. Es algo que va a gustar mucho a los jóvenes y los no tan jóvenes… Ahí se recoge toda una vida y está montando tal y como él lo deseó, siguiendo sus indicaciones… era todo lo que tenía y se lo trajo desde la Muela porque quería morir cerca de sus cosas… Aún recuerdo el día que se arregló el tractor en Patría, que era el primero o el segundo que se compraba en Vejer. Nos lo teníamos que traer a Vejer y fue él quien lo condujo campo a través hasta la Muela donde yo le estaba esperando. No puedo olvidarme jamás de su cara de felicidad cuando lo vi aparecer en el horizonte. Era como un niño estrenando el mejor juguete del mundo… Y claro, me dijo que quería también subirlo él hasta Vejer, pero eso sí que no… (risas)”.

Un tractor que forma parte de los objetos que descansan en ese local que compró para exponer sus figuras de pleita a base de hojas de palma y esparto. Su pasatiempo, “como no había cine, ni televisión, pues con eso nos entreteníamos”, nos explicaba en la citada entrevista.  Y entre las figuras creadas a mano y sacadas de su propia imaginación, hay aperos antiguos, herramientas, maquinaria, y el citado tractor, “que me traje de la Muela porque no quería malvenderlos por nada… quería conservarlo”. Exquisitamente colocados esos aperos nos invitan finalmente a pasar a lo que era su habitación en el campo... allí está la cama que compartía con Antonia... la de sus padres... las mesillas de noche... los aparadores... toda una vida abierta a los demás.

Y lo que no se encuentra en ese local, los vecinos y turistas lo pueden contemplar en el Convento de las Monjas Concepcionistas, que alberga el Museo Municipal de Costumbres y Tradiciones de Vejer, siendo Juan Galindo uno de sus principales donantes...

El bombo de la vida sigue y sigue girando y el domingo 15 de diciembre otras seis familias podrán disfrutar de unas fiestas navideñas como “dios manda” gracias a la excepcionalidad de un hombre y una mujer cuyas vidas fueron un ejemplo de bondad, altruismo, trabajo duro, esfuerzo, humildad, honestidad y generosidad. Un hombre y una mujer que ya forman parte de la que quizás sea la mejor historia de la Navidad en Vejer.

 

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