La obra transportó a los espectadores al fantástico sueño de Marie, donde presenciaron la batalla entre ratones y soldaditos de plomo, la transformación del Cascanueces en un príncipe y su viaje por tierras nevadas hasta el majestuoso Palacio Mágico.
Los bailarines demostraron un dominio de los pasos característicos del ballet clásico: Las bailarinas exhibieron arabesques con gran precisión y los bailarines masculinos impresionaron con saltos llenos de dinamismo y energía.
Destacaron especialmente los solistas en los roles del Hada de Azúcar y su Cavalier, quienes interpretaron el famoso paso a dos con una elegancia que reflejó la esencia romántica de la pieza.
Como es habitual, el momento más divertido se produjo en el segundo acto, en la presentación de variaciones de la danza española, árabe, china y rusa. El público, que llenó el Auditorio, disfrutó con la ejecución técnica impecable y una escenografía envolvente a cargo de Ballet Clásico Internacional.