Juan José Ruiz, ‘El Rucho’, lo tiene claro: el mundo está lleno de miopes sin gafas, de hipermétropes del alma, de astigmáticos emocionales. Y para eso llega su comparsa, ‘Los Oculistas’, con una propuesta que a nadie se le habría ocurrido en el circuito: unos oculistas que no miran con sus propios ojos, sino con los de aquellos que ven, pero no miran. Un enfoque tan claro como la falta de visión de algunos.
“La comparsa se llama ‘Los oculistas’. Es una propuesta novedosa porque nadie se esperaba que se sacara un tipo como los oculistas siendo comparsa, pero desde la óptica no del oculista, sino desde los ojos de la gente que supuestamente ve bien pero que no saben ver la realidad aunque no padezcan ningún defecto en la visión clínicamente hablando”, explica El Rucho... “me pareció muy interesante hacer hincapié en esa enfermedad de personas”.
La idea surgió en la consulta, cuando descubrió que tenía presbicia. “Nunca había necesitado gafas” y de pronto, ahí estaban, cambiando su manera de enfocar el mundo. Y claro, se lanzó a escribir con su mirada autobiográfica, dándole forma a un tipo que no busca curar dioptrías, sino abrir pupilas atrofiadas por la cotidianidad. Porque al final, la comparsa “es una chispa en los ojos del que la escuche, una luz en mitad de tanta opacidad cotidiana”.
“Nos preguntamos con qué lente ve uno la vida. Yo siempre escribo de forma autobiográfica, un día fui a mirarme la vista y tenía presbicia… y era una novedad para mí porque nunca tuve que usar gafas y ahora sí, y de ahí se me ocurrió el tipo. No sabía sí me iba a dar mucho juego, pero me puse a investigar y poco a poco me fui metiendo en el tipo hasta que comencé a mirar el mundo desde otro punto de vista” y es que “los ojos más bonitos es lo que nos muestra el corazón… Al final quiero que el Carnaval sea una chispa de luz en los ojos de quien lo escucha”.
El grupo sigue siendo el de siempre, con algunos fichajes nuevos: Cantillo, Tony y Mari Flor se suman a una tripulación que lleva años navegando juntas. Desde 1989, de hecho, cuando ‘El Rucho’ empezó a hacer Carnaval en los pasillos del colegio, exiliado de clase pero con una visión de futuro centrada en las letras y la música del 3x4. Su primer recuerdo del Carnaval es mítico: “Llevo desde 1989 haciendo Carnaval, son muchos años. La primera agrupación la saqué en los pasillos del colegio cuando el maestro me echaba de clase. Y la primera vez que vi el carnaval tenía un año y vivía en Cádiz. Un día vi a un montón de monos en la ventana y me cagué de miedo… Y mi madre me llevó y eran los ‘Simios’, una comparsa mítica… ese fue mi primer contacto”. Ahí empezó todo.
Para él, el Carnaval “no se escucha, se vive, se hace”. Es una forma de expresión, una necesidad vital, el único medio que tienen los “pobres” para decir lo que piensan. Un derecho que aún se puede ejercer, aunque cada vez con más trabas. Porque, como bien dice, estamos sometidos a una manipulación óptica constante, a montajes televisivos, a dispositivos móviles que ofrecen productos rápidos y vacíos, puro tiempo muerto disfrazado de entretenimiento. “Lo esencial es invisible a los ojos”, decía ‘El Principito’, y lo repite ‘El Rucho’ con sorna, aclarando que no habla del oculista Pepe Mata.
El año pasado no salió porque nació su hija Bianca, pero este año vuelve con más ganas y con un mensaje claro: la visión con la que miramos el mundo lo cambia todo. “En Vejer, si no toca, no ve”, sentencia, dejando claro que la realidad se percibe con el corazón, no solo con las córneas. La letra y la música, confiesa entre risas, son de I.A. y I.O., “como los burros, como el Rucho”, sin adornos superfluos, sin artificios, dejando que todo salga del tirón, con la pureza de quien dice lo que piensa sin miedo. “No quiero desvelar muchas cosas pero el tipo va a sorprender mucho”.
“Yo no escucho Carnaval, yo hago Carnaval y vivo el Carnaval… para mí es una forma de expresión y es esencial. Lo necesito porque es el medio que usamos los pobres para poder decir lo que pensamos. Para mí el mensaje es lo más importante y todo está enfocado con la lente con la que uno ve el mundo”, insiste para reiterar que “la comparsa es una chispa en los ojos del que nos escuche” y es que “a veces también hay que mirar el futuro para visualizar el lugar donde queremos morir y la forma en la que queremos vivir”.
Eso sí, “para mí el Carnaval es una trabajera… para mí el Carnaval es un trabajo y Marimantas es un hobby, todo lo contrario a lo que piensa la gente… Yo no lo echo de menos, solo echo de menos el no poder decir lo que uno piensa cantando, dirigiéndome por ejemplo a los chavales a los que les pido por favor que no voten… porque el fascismo se está colando en cada esquina de nuestra sociedad, es una regresión, una vuelta al pasado. Y si votan a lo que hay están votando al fascismo”.
Porque si algo le preocupa es que haya jóvenes, chavales que, si no abren bien los ojos, pueden acabar votando a quienes no deberían. Y el Carnaval es una de las pocas trincheras desde donde se puede disparar con coplas. El mensaje, al final, “es lo más importante”, y esta comparsa tiene mucho que decir.
‘Los Oculistas’ llegan para mirar el mundo de otra manera, para alejarse de lo mundano, de lo superficial, de la desgana. Porque aunque el Carnaval en Vejer y el de Cádiz en general no goce de la mejor salud, aunque algunos piensen que está en las últimas, hay que ser optimistas. “Tenemos que acostumbrarnos a darle la extremaunción a lo que ha pasado”, dice, como quien sabe que la única manera de seguir adelante es aceptar que todo cambia. Y aunque él haga Carnaval más que escucharlo, aunque prefiera lo que nace sin filtros ni artificios, sigue defendiendo que la esencia sigue ahí, en los ojos de quien sabe mirar más allá de lo evidente.
Y es que a Juan José Ruiz, ‘El Rucho’ le gusta, le encanta “el Carnaval porque nos sirve como medio para expresarnos y menos mal que lo tenemos y aún podemos hacer uso de esa libertad” y su tributo de este año es “una comparsa que da mucho juego… una comparsa que muestra nuestra visión de las cosas, de la realidad, llevamos toda la vida curando ojos y al final lo más bonito es lo que se ve y dice el corazón. Y en Vejer si no toca, no ve… La idea es ver el mundo de otra manera, alejarse de lo mundano, de lo superficial, de la desgana” y ahí están las letras, el mensaje, que debe estar bañado de “pureza”, una creación que “salga del tirón, sin adornos superfluos… ahí se ve quién es uno, y es que “si te digo la verdad, yo hago Carnaval más que escucharlo… y me gusta que entre de manera natural”.